La democracia popular

 

 

La democracia liberal


La democracia liberal promueve la participación política a través de “representantes”. La acción de estos  es amparada por un Estado de derecho avalado por una Constitución que regula la protección de los derechos y libertades individuales y colectivas. Este sistema resultó revolucionario al suplantar al “derecho divino de los reyes” de las monarquías feudales, sin embargo ante la revolución cultural de los medios masivos y la incorporación de las masas a la discusión política, aparece hoy como un dique de contención de las ansias participativas de los pueblos.

 

 

 

Las consecuencias:


Las decisiones son tomadas por los “profesionales de la política” mientras el pueblo mantiene una actitud individualista y materialista. Con esta única forma de participación la comunidad no logra “madurar políticamente” permitiendo a los enemigos de la nación actuar sobre una dirigencia aislada de su comunidad y sin autoridad real .  Esto permite a los poderes corporativos a aumentar la desunión social y aumentar los conflictos internos de la Comunidad.

 

 

 

 

 

 

 

La democracia popular


Mantiene todo los esquemas participativos de la democracia liberal, pero abre la posibilidad de la participación política permanente por parte del ciudadano. Esta acción se promueve permitiendo al pueblo opinar sobre la acción ejecutiva del Estado, a través de referéndums, plesbicitos o de organismos de representación ciudadana (foros ciudadanos, asociaciones profesionales, ong, Universidades etc).

 

 

Consecuencias:


Promueve la maduración cultural de la comunidad al incentivar el debate político y permitir al ciudadano una participación creativa.  La maduración colectiva de la comunidad genera el surgimiento de una autoridad real y un aumento de la confianza sobre las Instituciones Políticas que tendrán más poder decisión para la acción transformadora del Estado.

 

 

 

 

Fundación Villa Manuelita