Aunque el Plan Estabilizador tuvo cierto éxito y las principales dificultades económicas parecieron superadas, ya no se recuperaría el dinamismo inicial. Algunos aspectos del Segundo Plan Quinquenal -que ponía el acento en la industria pesada- evidenciaban el propósito de superar la coyuntura crítica con un salto hacia adelante, que fortaleciera la autonomía del país. Pero el gobierno mostraría ciertas vacilaciones: se reformaría la Ley de inversiones extranjeras, se buscaría el concurso de capitales externos y se pondría cierto freno a los reclamos obreros.
Por lo demás, al cansancio del mismo Perón se sumaba la falta de una estructura política adecuada en el partido gobernante. Una burocracia cada vez más pesada vegetaba en las posiciones de poder y se advertía un crecimiento de la adulonería y la venalidad, que daría pábulo a la crítica opositora.
"...como las estrellas fugaces que alumbran,
pasó con su vuelo llevando ilusión, a la mesa humilde de las multitudes,
la Santa del pueblo Evita Perón... |
Audio Tango: La Santa del pueblo |
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Un oscuro negociado en torno a la comercialización ilegal de carnes fue denunciado, revelándose la complicidad de Juan Duarte, hermano de Eva y secretario privado del presidente. Perón ordenó una investigación, pero el suicidio de Juancito se convirtió, para los opositores políticos, en un asesinato destinado a "tapar el escándalo".
También la dirigencia gremial se burocratizaba. Sin el nexo directo constituido
por Eva, la clase trabajadora perdería peso en la estructura de poder y sus
representantes limitarían su función a imponer el acatamiento de las decisiones
del gobierno y disminuir, en lo posible, la conflictividad.
En ese marco tenía lugar una creciente polarización política y un notorio crecimiento de la actividad opositora, iniciado con la intentona golpista de Menéndez. El gobierno respondía con dureza y el clima político se enrarecía. Tras una breve y fallida distensión, en 1954 se desataría el conflicto con la Iglesia, al que el gobierno peronista se dejaría arrastrar sin advertir sus peligrosas consecuencias.