(1) Los primeros obstáculos económicos

Según se ha visto, entre 1946 y 1949 tuvo lugar una etapa de aceleradas transformaciones en la economía del país. Ese período, encabezado por Miguel Miranda, estuvo caracterizado por la expansión de la actividad, la rápida industrialización y el aumento de la participación de los asalariados en el ingreso.

Figura 1:

La acción de propaganda del gobierno, respecto a las tres banderas del justicialismo era permanente.

A la voluntad política de modificar sustancialmente la configuración económica del país, se agregó la utilización de un conjunto de instrumentos novedosos —en especial el IAPI— puestos en manos de un equipo de hombres dinámicos y audaces, que no eran técnicos universitarios —lo que los eximía de ciertos pruritos académicos— pero tenían clara noción de los objetivos inmediatos.

Figura 2:

El presidente Perón probando un automóvil deportivo de fabricación nacional.

Sin embargo, es preciso reconocer que los éxitos del primer trienio de gobierno contaron con la influencia favorable de una ventajosa situación externa: el país había acumulado saldos y existencias de divisas durante la guerra, y la demanda de sus productos exportables era alta, a la vez que ventajosos sus precios. Así, la oferta concentrada a través del IAPI y la sagacidad de Miranda lograron elevarlos aún más.

Figura 3:

Propaganda oficial sobre el voto femenino.

Sin embargo, a partir de 1949 las condiciones comenzaron a variar, plantando el inicio de una crisis que obligaría a imponer algunas modificaciones importantes en el rumbo de la economía. Por lo pronto, ese año se alejó de su cargo Miguel Miranda, junto con sus principales colaboradores. Fueron reemplazados por un equipo marcadamente diferente, integrado por economistas de formación universitaria entre los cuales se destacaba Alfredo Gómez Morales.

Las presiones imperialistas

¿Qué era lo que ocurría? Las dificultades de la Argentina en el terreno económico obedecían a circunstancias adversas de orden externo, a la vez agravadas por factores de naturaleza interna. En primer lugar, habían variado las condiciones de la economía internacional en la posguerra. Según apuntaba hacia 1950 Raúl Scalabrini Ortiz: “Hoy Gran Bretaña ya no es el centro del capitalismo. 


“...Se alza la patria gritando pueblo argentino renovación, gritan los descamisados pueblo argentino ¡Viva Perón!...

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Canción: Vuelven las legiones descamisadas
 

La matriz del capitalismo es Norteamérica, pero Norteamérica no es consumidora y el sistema ha dejado de funcionar”. Esto era particularmente cierto para la Argentina: la emergencia de los Estados Unidos como potencia económica dominante, planteaba dos tipos de obstáculos. En primer lugar, en momentos en que ese país aparecía como única fuente posible de abastecimientos de maquinarias, equipos y tecnología, las posibilidades de complementación con una economía exportadora de productos primarios no resultaban fáciles.

Figura 4:

El primer plan quinquenal, tenía como objetivos básicos impulsar un desarrollo de la industria liviana, ya que esta política permitiría la plena ocupación y altos salarios, pasos imprescindibles para la dignificación social.

Por otra parte, la política exterior independiente practicada por el peronismo —tardanza en la ratificación del Tratado de Río de Janeiro, no adhesión a los organismos financieros internacionales— tendría un precio: la Argentina sería deliberadamente discriminada en cuanto a la participación que se le concedería en las adquisiciones derivadas del Plan Marshall. 

Figura 5:

Díptico de propaganda que circuló en la campaña de 1951.

En efecto, el país había fincado buena parte de las expectativas de colocación de sus excedentes exportables en el plan implementado por los Estados Unidos para contribuir a la reconstrucción de las economías europeas. Hacia 1948, las conclusiones de un Comité de la Cámara de Representantes del país del norte, justificaban ampliamente las esperanzas argentinas: “Con cerca de siete millones de toneladas de cereales disponibles para la exportación en la cosecha 1947/48, con enormes  existencias de grasas y aceites, carnes, cueros, etc., Argentina es un punto focal para hacer participar la capacidad productiva de América Latina en la recuperación europea”.

Documentos:

1º de Mayo de 1950.
Día del Trabajador - Plaza de Mayo.
Discursos de Eva y Juan Perón.

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Pero cuando comenzó a efectivizarse la implementación de la ayuda económica a Europa, se vio que la Argentina apenas participaba en un 3% del monto total de las compras efectuadas en América Latina. El carácter de represalia no se había borrado en el Departamento de Estado, y la lógica del imperialismo dominante no admitía rebeldías en una parte del mundo considerada como ámbito de influencia natural. 

Figura 6:

Caricatura de un militante radical. Revista Cascabel.

“Otro factor decisivo de esa injusta situación —afirmaría Perón al analizar las dificultades externas en ese período— fue la aplicación discriminatoria del Plan Marshall, del cual nuestro país fue excluido no obstante los compromisos existentes y la circunstancia de ser un importante productor de alimentos y materias primas”.

Figura 7:

Dos tremendas sequías asolaron el campo argentino y resintieron notablemente la producción agropecuaria agravando la crisis económica del año 1951.

En este aspecto adverso de las condiciones internacionales debe incluirse también otro elemento de análisis. Según se ha dicho antes, fundados informes de analistas políticos y militares habían llegado a casi persuadir a Perón y Miranda de que una tercera guerra mundial era virtualmente inevitable. La situación de guerra fría evolucionaba, aparentemente, en ese sentido y hacia 1950 la guerra de Corea pareció el comienzo de la conflagración. 

Figura 8:

Plataforma del Partido Comunista en las elecciones de 1951.

Pero no fue así. Miguel Miranda, como comerciante audaz que era, había jugado la carta de una abrupta elevación de la demanda y los precios internacionales en la hipótesis del conflicto armado, llegando a retener dos cosechas de cereal. Esa acumulación de saldos exportables resultó a la postre negativa, porque la demanda no se comportó según lo esperado.

Figura 9:

Perón: El forjador de una Gran Argentina. Afiche oficial.

Por el contrario, los precios de los alimentos descendieron fuertemente, al lanzar Estados Unidos al mercado internacional los excedentes agrícolas acumulados y al reconstruirse el Trust Internacional del Cereal, con sede en Rotterdam, que centralizaría las compras imponiendo sus precios a los países exportadores. Contrariamente, Estados Unidos elevaría los precios de los bienes industriales que debían adquirir los países dependientes o con economías en vías de desarrollo como la Argentina.

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