LA UNIÓN CIVICA RADICAL Y EL 16 DE JUNIO
LOS HECHOS
Al promediar el 16 de junio de 1955, aviones navales y militares bombardearon
la Casa de Gobierno y otros edificios de la Capital de la República.
Efectivos de la Infantería de Marina se trabaron en lucha con las fuerzas
del Ejército y se irradió una proclama revolucionaria.
Cientos de civiles, que habían sido atraídos al teatro de los
sucesos por una convocatoria oficial, fueron muertos o heridos.
Al caer la tarde, el Presidente de la República dirigió un mensaje
radiofónico que daba por finalizada la lucha, anunciaba la rendición
de los jefes del movimiento y hacía recaer la responsabilidad de lo
sucedido en la Marina de Guerra.
Al mismo tiempo muchas iglesias céntricas y la Curia eran asaltadas
e incendiadas y numerosos comercios saqueados por grupos oficialistas que
actuaron con la evidente tolerancia o complicidad de las fuerzas que debieron
reprimirlos.
Los aviadores que bombardearon la ciudad se refugiaron en Uruguay, los ocupantes
del Ministerio de Marina fueron detenidos y se declaró el estado de
sitio en todo el país, en el que regía y sigue rigiendo todavía
el "estado de guerra interno".
Diputados nacionales y provinciales, concejales, autoridades partidarias,
dirigentes y afiliados de partidos políticos de la oposición,
periodistas, religiosos, fueron encarcelados e incomunicados.
Locales políticos y no políticos, imprentas, periódicos,
fueron allanados y clausurados.
Pasados los sucesos pero vivas aún sus consecuencias, el país,
que sigue padeciendo la incomunicación en que lo ha sumido el Régimen,
se pregunta cómo y por qué han ocurrido.
La UNIÓN CIVICA RADICAL debe decir su palabra, pero es necesario previamente referirse a la explicación oficial.
LA EXPLICACION DEL GOBIERNO: UNA TRAGICA AVENTURA
El gobierno dio sucesivas explicaciones por su único vocero.
En su primer mensaje, el Presidente de la República, después
de decir que "la Marina de Guerra es la culpable de la cantidad de muertos
y heridos que hoy debemos lamentar los argentinos" insistió repetidamente
en que "los que tiraron contra el pueblo son traidores y son cobardes".
Al día siguiente, en otro mensaje radial, expresó que "el
móvil del movimiento indica una irresponsabilidad que nosotros criticamos
acerbamente" y atribuyó a "elementos comunistas" los
desmanes con la misma seriedad que pocos días antes inculpó
de hechos análogos a "elementos clericales".
El jueves 23 de junio, denominó a la revolución "trágica
aventura" de "algunos jefes de la Armada pertenecientes a la Infantería
de Marina con la complicidad de otros de la Aviación Naval, contando
con la incuria del Ministerio de Marina y la debilidad o deslealtad de otros
comandos".
Sostuvo luego que era "producto de un odio enfermizo, de una ambición
espúrea y de una inconsciencia criminal", obra de "cuatro
chiquilines irresponsables e inconscientes, dirigidos por ambiciosos también
irresponsables", "hombres subalternos poco menos que ignorantes
y torpes, incapaces de ganarse siquiera nuestro respeto".
Añadió que "en esta acción todo ha sido sucio y
todo ha sido falso".
Con una gama de calificativos que va desde cobardes y traidores hasta chiquilines,
irresponsables y ambiciosos, la explicación oficial pretende de este
modo inculpar a marinos y aviadores que han expuesto su vida, su carrera,
su tranquilidad y la de sus familias para asumir la responsabilidad de terminar
con un gobierno de fuerza.
EL RÉGIMEN GOBERNANTE ES EL RESPONSABLE
La UNIÓN CIVICA RADICAL afirma que la revolución del 16 de junio
es producto del Régimen. Mientras no cese el sistema totalitario que
lo caracteriza, subsistirán las causas del estallido. Sólo se
evitarán con la libertad.
Las explicaciones oficiales son incompletas y falsas.
Incompletas porque intentan circunscribir el problema a los hechos en sí
sin remontar a sus orígenes.
Son falsas porque callan calculadamente las auténticas causas que están
obrando hace tiempo en la conciencia argentina y la llevan a repudiar la agresión
permanente del Régimen contra los fundamentos morales y democráticos
de la República. Muchas son las causas del 16 de junio.
La fundamental es la supresión de las libertades.
La finalidad capital de tal supresión es impedir las reacciones populares
ante la corrupción y la crisis económica originada por la política
oficial y contra el intento de consumar la entrega del patrimonio y de la
soberanía de la Nación.
La corrupción que aqueja a la Republica, peculado, espionaje y delación,
encarcelamientos discrecionales, torturas, supresión de las libertades,
la degradación de la escuela y de la Universidad puestas al servicio
de los fines subalternos del Régimen, el sometimiento de la vida sindical,
convertida en instrumento de opresión de los trabajadores, son algunas
de las manifestaciones del sistema que esta empobreciendo las reservas materiales
y espirituales de nuestra nación y constituyen otros tantos motivos
de explosión de las fuerzas morales que, no hallando los caminos de
la paz para las soluciones armónicas, apelan, desesperadas, a la violencia.
QUE PRETENDE AHORA EL RÉGIMEN
Calientes aún sus victimas, el Régimen lanza un llamado a la
pacificación del país. Como en 1953, cuando bandas oficialistas
organizadas incendiaron las sedes de los partidos que no le son adictos, el
Régimen apela a otra especie de "conciliación nacional".
Como entonces, lo exige todo pero persiste en su tiranía.
Nuevamente hace caer la responsabilidad en los despojados.
Es a los argentinos obligados a escoger entre la sumisión bien remunerada
o la pobreza, entre la obsecuencia o la persecución, entre el silencio
cómplice o la cárcel, a quienes el régimen exhorta ahora
a deponer enconos.
Esta pacificación que propone deja intactas todas las causas del malestar
nacional, porque su finalidad no es abrir una etapa de recuperación
y trabajo, sino encubrir con el silencio de todos los argentinos, la entrega
espiritual y material del país.
Esta pacificación, como aquella conciliación, son otras tantas
desfiguraciones del Régimen que quiere usar en su provecho la sangre
derramada en las calles de Buenos Aires.
El Radicalismo y el país quieren que la sangre argentina sirva, como
en horas gloriosas, a la causa de la democracia y de la libertad.
NO HABRÁ PACIFICACIÓN SIN PREVIA REPARACIÓN
El Radicalismo quiere la pacificación del país pero no esta
dispuesto a pagar como precio de ella la supresión de las libertades
ni la renuncia a los postulados populares y nacionales que siempre ha defendido.
No puede aceptar la pacificación para el sometimiento.
Es indispensable restablecer la democracia en la República Argentina,
restaurar la vida moral en sus instituciones, restituir la justicia, destruir
el aparato policiaco legal de represión e intimidación que coarta
toda actividad y ofrecer a todos en clima de dignidad y libertad, las mismas
posibilidades de expresión y discusión.
Solo quien resulte gobernante en tal vigencia democrática tendrá
títulos para exigir serenidad y cordura, respeto y ecuanimidad; solo
así se podrá evitar que un pueblo al que se le impide expresar
su voluntad, tome el camino de la violencia.
El Radicalismo ha utilizado las vías pacificas y las consultas electorales,
pero no puede dar fe a las promesas de un Régimen que no da libertad
ni antes del comicio ni durante él y que no respeta las decisiones
electorales, lo revelan las intervenciones a las comunas de Buenos Aires y
Córdoba que la UNIÓN CIVICA RADICAL obtuvo por la voluntad popular.
Tampoco puede dar fe a un Régimen que aplica sistemas electorales tramposos.
Baste como ejemplo, recordar que en la Capital de la Republica 800.000 votos
oficialistas llevaron al Congreso 14 diputados y 600.000 radicales sólo
uno.
Si no se remueven las causas reales del malestar popular, si no se reparan
los agravios a la dignidad del país, el Régimen seguirá
llenando de palabras vanas el aire de la Patria pero dejará en pie
todas las causas promotoras de la violencia y de la exasperación.
Si se crean, en cambio, las condiciones de moral y libertad, de democracia
y justicia que la conciencia argentina reclama, todo el país podrá
intervenir en la construcción nacional.
Las fuerzas armadas, los sindicatos y los partidos políticos hallaran
entonces el cauce de su autentica realización.
Las instituciones armadas no deben intervenir en política pero tampoco
poner su fuerza al servicio de un gobierno que suprime las libertades y entrega
la soberanía del país.
Las organizaciones sindicales, a su vez, solo en un Régimen de libertad
podran encontrar la solución de sus problemas y gravitar efectivamente,
no artificialmente, en el desarrollo político y social argentino, pues
bajo un régimen de dictadura dependen en forma absoluta de los jerarcas
sindicales que trafican con los intereses y las necesidades de los trabajadores.
Estas condiciones permitirán, finalmente, que los partidos políticos
desarrollen la plenitud de sus posibilidades y puedan aportar soluciones a
los múltiples problemas de la vida argentina, problemas que ya no estarán
librados al capricho y al arbitrio de una voluntad personal o de un grupo
que no reconoce otra limitaciones que su sed insaciable de dominación
y de provecho.
Solo así podrá todo el pueblo participar en la común
tarea, sin imposiciones, humillaciones ni claudicaciones.
El libre juego de la voluntad creadora de los argentinos volverá a
encaminar al país por la senda de la paz, el progreso y el bienestar
de todos.
No es posible seguir como ahora, volver a la situación anterior al
4 de junio de 1943; es preciso vivir con autenticidad republicana.
LA CONDUCTA RADICAL
En consecuencia a la expuesto, la Mesa Directiva del Comité Nacional de la UNIÓN CIVICA RADICAL,
DECLARA
La responsabilidad de los trágicos sucesos del 16 de junio de 1955
es enteramente del gobierno.
El Radicalismo reitera su solidaridad con cuantos sufren cárcel, persecución
o destierro por defender las libertades argentinas.
La UNIÓN CIVICA RADICAL continúa su lucha por el restablecimiento
de la moral y la democracia en la vida de la República.
BUENOS AIRES, JUNIO 29 DE 1955
UNIÓN CIVICA RADICAL
Comité Nacional
Federico F. Monjardín, secretario - Arturo Frondizi, presidente