La Gran Esperanza de Perón

Por Norberto Galasso

En el reportaje del 11 de enero -en Mayoría- queda claro el desplazamiento a posiciones más combativas, aunque cuidando de no obstaculizar el proceso electoral abierto. 

Allí, al tiempo que descalifica a los gremialistas cómplices del lanussismo, el General otorga la máxima importancia al sector juvenil: "Ahora, en lo que yo estoy empeñado y quiero, es que la juventud tome eso de una vez. Allá andan medio renuentes los muchachos, porque también tienen sus cositas entre ellos. La juventud tiene que terminar con esas cosas. Esta generación juvenil muestra que tiene valores, indudablemente, tiene grandes valores (...) valores extraordinarios, extraordinarios (...) Lo que es importante es organizarlos. No debe ser la organización de un sector político; debe ser la organización de toda la generación juvenil. Piensen como piensen, deben estar todos unidos contra lo que está contra el país, solamente así podrá la juventud tomar un día todo en sus manos y tomarlo bien. 

No que lo tomen como un fatalismo biológico, porque los viejos se van a ir muriendo y al final, van a quedar ellos. Que lo tomen racionalmente desde ahora y los viejos de nuestro Movimiento están totalmente decididos a eso. La prueba está en que el secretario general del partido político nuestro es Abal, el Consejo Superior está integrado también con ellos y allí los que tallan son los jóvenes, los viejos, ya no. 

Isabelita está colocando todas muchachas jóvenes. La incógnita mía está en cuándo esta juventud formará la generación de emergencia que es necesario formar para salvar al país. Esa es la única preocupación mía; si eso se forma y se pone en marcha, después ya no hay problema. No es el problema de los políticos el que me interesa tampoco. No, es esa juventud la que debe ponerse los pantalones y empezar a decir lo que hay que hacer. En todo no es cuestión de bla, bla, bla. 

Aquí hay que hacer y eso tiene que hacerlo la juventud. Nosotros decíamos: mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar. Ahora tienen que empezar y tienen que empezar ya los muchachos; son temerosos algunos porque no tienen experiencia (...) Pero la experiencia se adquiere, nadie aprende en la cabeza ajena. La experiencia propia es la parte efectiva de la sabiduría política. 

No hay nada que hacer, eso no se aprende de nadie. Se aprende a través de una reflexión, de una maduración y de una acción. ¿Que tienen miedo de que van a cometer errores? Sí, no se van a escapar, aunque pasen muchos años estudiando. Los errores son consustanciales con la acción. Más errores de los que hemos cometido nosotros, los viejos, no podrán. Vean el país que les entregamos: por muchas macanas que hagan, no va a hacer nunca las que hemos hecho nosotros. 

De manera que ese temor tienen que abandonarlo y meterle. Si la juventud no salva esto, esto no lo salva nadie. Porque también casi todos los que durante 17 años han enfrentado, aun los mismos hombres de edad (...) en el hombre hay algo que se marchita (se señala la cabeza) y algo que se intimida (señala el corazón) con los años, y se necesitan cerebros frescos y corazones tranquilos. Eso lo da la juventud" 32

De este extenso reportaje -corroborado por medidas adoptadas en esa época- resulta una táctica combativa que privilegia a "la juventud maravillosa", al tiempo que confía en el apoyo de los trabajadores a través de la CGT, habiendo depurado ya el ámbito sindical de los dirigentes aliados a la dictadura militar. 

Por supuesto, algunos intelectuales de seudoizquierda denunciarán que la clase trabajadora debería hallarse a la cabeza del frente, lo cual sería indispensable si se tratase de una revolución socialista. Pero, se trata, en cambio, de un movimiento de liberación nacional, policlasista, que se propone quebrar la dependencia, en cuyo caso no debe extrañar que la pequeña burguesía sea su factor más dinámico y movilizador. 

La Historia se complace, a veces, en trabajar con decorados que no se corresponden a la realidad del drama y en este caso "el socialismo nacional" expresa el nacionalismo revolucionario de esa juventud radicalizada. Se verá luego que no solo su metodología de lucha, sus consignas, sus propuestas -a pleno sol durante la primavera camporista- sino también los rasgos subjetivos de sus dirigentes son, por sobre todo, antiimperialistas y de democracia participativa, sin llegar a ser socialistas. 

Por otra parte, en los países sometidos por el imperialismo, las revoluciones socialistas surgen de procesos nacional-democráticos que en el desarrollo ininterrumpido de revolución permanente se profundizan hasta transformar las relaciones de propiedad. 

Parece importante destacar que poco antes de la gran batalla del 11 de marzo, Juan defenestra a lo peor de la burocracia, mantiene como consigna fundamental "liberación o dependencia" y facilita el avance de la juventud radicalizada. 

Esta cuestión no ha sido a veces observada en toda su dimensión y por ello resulta interesante reproducir algunos párrafos del diario La Opinión, que en enero de 1973 se refieren a este interesante proceso. 

"(...) La liquidación del candidato a gobernador bonaerense Manuel de Anchorena -afirma La Opinión- simbolizó la imposibilidad absoluta de que una ideología de derecha ocupe un sitial preponderante en el frente policlasista que el justicialismo forma en sí mismo, la defenestración de Coria y la 'puesta en caja' de las '62' tras la verticalidad de los mandos tácticos encarna una doble significación: por un lado, que la derecha del peronismo escondió rápidamente la cabeza tras la amplia caparazón del movimiento y que esto significa que inexorablemente va a reaparecer (inexorablemente, también mucho más débil); por el otro, que el movimiento empujado por su ala izquierda avanza hacia posiciones revolucionarias, acicateado por la proximidad del poder y por la creciente necesidad nacional de un proceso revolucionario. 

En octubre, marcamos datos fundamentales: surgimiento de Abal Medina, apoyo a Rucci, respaldo a Cámpora, cercamiento de Coria (...). Al ocupar Abal Medina la secretaría general, la maniobra táctica urdida por Perón es virtualmente terminada. La distribución de cargos electivos en las listas otra vez obligó los gremialistas a constreñirse solo a un cuarto de las representaciones (...) El golpe de gracia a la línea conciliadora lo vino a dar la designación del secretario general de la CGT de Córdoba, Atilio Lopez, como candidato a vicegobernador. Este nombramiento se articuló como una pinza con la defenestración de Anchorena en Buenos Aires, triturando las perspectivas de manejo político por parte del aparato sindical negociador. Simultáneamente, la juventud peronista asumió un papel protagónico progresivo (...) 

En verdad, el gremialismo negociador careció de una conducción centralizadora y eficaz, y Rucci fue realmente la pieza clave de la táctica ideada por Perón. Al cabo del proceso, el empecinamiento del líder justiciaista en encumbrar a Rucci y luego en respaldarlo para que continuara al frente de la CGT adquiere una explicación cabal. La etapa que se abre pone en gran riesgo al sindicalismo negociador: la juventud, en expansión, comenzó ya a movilizarse para armar sus precarias estructuras sindicales y lo que es más importante todavía, está cumpliendo de algún modo la función de pivote unificador de todas las tendencias que se oponen a la actual conducción de "las 62", desde "los combativos", acaudillados por el telefónico Guillán, hasta el gremialismo cordobés de Atilio López, pasando por el sector liderado por Raimundo Ongaro (...) 

Perón se apresta, entonces, a librar la batalla electoral en las mejores condiciones internas de su movimiento -con su ala negociadora totalmente sumergida y con la juventud enfervorizada- y en aceptables condiciones externas". El artículo de La Opinión resalta, en términos generales, que "Perón sorteó cuidadosamente el intento de captación y división de sus fuerzas" y "se enfrenta con el comicio en las mejores condiciones que le eran posibles" 33.

32 Declaraciones de Perón , Juan Domingo, del 11/1/1973, en diario Mayoría, reproducidas en Obras Completas, tomo XXIV, ob. cit., p. 311.

33 Eichelbaum, Horacio, diario La Opinión, 18/1/1973.

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