Muy pronto los diarios comenzaron a seguir los pasos de Eva, dedicada a actividades muy distintas de las prescriptas por la tradición. El 14 de junio concurrió, junto al ministro de Trabajo, a un acto de la Asociación de Personal de Hospitales y Sanatorios Particulares.
A principios de julio visitó la Unión Ferroviaria, al iniciarse la "campaña de ayuda a los niños pobres". El 19 recorrió las instalaciones de la Fábrica Nacional de Calzado y días más tarde distribuyó juguetes en el Hotel de Inmigrantes.
EI 26 de julio pronunció su primer discurso radial, como parte de la "campaña por el abaratamiento de la vida". Al promediar agosto viajó a Rosario para presidir un reparto de ropas y alimentos y en septiembre concurrió a la Cámara de Diputados para informarse sobre el proyecto de ley de voto femenino, que ya tenía la sanción de Senadores. Además, su presencia era infaltable junto a Perón, cada vez que este presidía un acto público.
Por otra parte, desde mediados de julio, Eva concurría los lunes, miércoles y viernes por la mañana a la oficina que, en la Dirección de Correos y Comunicaciones, le había habilitado su amigo Oscar Nicolini. Allí atendía a las personas que deseaban obtener una entrevista con Perón, evitando que se aglomeraran en la Casa de Gobierno o la Residencia Presidencial.
En el mes de septiembre incorporaría otra actividad a su nutrida agenda: se le instaló una nueva oficina en el antiguo edificio del Consejo Deliberante, donde funcionaba la Secretaría de Trabajo y Previsión (ahora Ministerio).
Allí, por las tardes, tomaría contacto directo con los trabajadores, recibiendo a las delegaciones gremiales que iban a exponerle sus problemas. Se convertiría así en el vínculo más directo entre el líder del naciente movimiento y las bases sociales del mismo.
"Pronto comenzó a tener reputación de ser muy eficiente. La manera de circunvenir la burocracia era dirigirse a ella. Así, por ejemplo, el 31 de septiembre por la mañana entrevistó a una delegación de empleados de la Asociación de Cantinas Maternales porque habían quedado cesantes.
El 5 de octubre, el Ministerio de Justicia anunció la intervención de la Asociación y el nombramiento de un interventor para investigar los despidos masivos. Además, desde los primeros tiempos, llegaba hasta Evita gente que no tenía problemas específicamente laborales, sino más bien económicos o personales. Por ejemplo, mujeres que buscaban trabajo o ayuda para solucionar una enfermedad de un hijo.
Evita escuchaba los pedidos e Isabel Ernst tomaba nota. Al día siguiente, como resultado de las llamadas telefónicas de Evita, el chico enfermo tenía ya una cama en un hospital y la mujer que buscaba trabajo lo había encontrado en una repartición pública". (6).
Esa actividad de ayuda social de Eva se extendería gradualmente, hasta reemplazar en parte la de los organismos burocráticos. "Fui a la Secretaría de Trabajo y Previsión -diría Eva- porque en ella podía encontrarme más fácilmente con el pueblo y con sus problemas; porque el ministro de Trabajo y Previsión es un obrero, y con él "Evita" se entiende francamente y sin rodeos burocráticos... " (7).
Era un contacto directo, con mayor sensibilidad y sin mediaciones: "Recuerdo que alguna vez pensamos si era o no conveniente que fuese yo quien realizase la tarea o mejor tal vez algún organismo del Estado. Y fue el mismo Perón quien me dijo: Los pueblos muy castigados por la injusticia tienen más confianza en las personas que en las instituciones". (8).
Esa tarea cotidiana sería la que iría convirtiendo a Eva, a los ojos de los humildes, en la Dama de la Esperanza: una especie de símbolo de la justicia tan largamente relegada. Paralelamente serviría para incrementar el rechazo de la oligarquía y de todos cuantos veían en ella una síntesis de la demagogia y la abyección del régimen.
Sus opositores atribuirían esas actividades -tan apartadas de las que el protocolo marcaba a la mujer del presidente- a su resentimiento personal, a su deseo de figurar en primer plano y al temor de no ser aceptada en los círculos de la clase alta. Eva misma se encargaría de refutar tales conjeturas:
"... es conveniente recordar que Perón no es sólo Presidente de la República; es, además, conductor de su pueblo.
"Esta es una circunstancia fundamental y se relaciona directamente con mi decisión de ser una esposa del Presidente de la República distinta del modelo antiguo.
Yo pude ser este modelo. Esto lo digo bien claro porque también se ha querido justificar mi 'incomprensible sacrificio' arguyendo que los salones de la oligarquía me hubiesen rechazado. Nada más alejado que esto de toda realidad, ni más ausente de todo sentido común.
Duración:
4:30 minutos |
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Asunción del Perón y juramento de su gabinete.
Del documental Décadas.
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"Pude ser una mujer del Presidente como lo fueron otras.
"Es un papel sencillo y agradable: trabajo de los días de fiesta, trabajo de recibir honores, de 'engalanarse' para representar según un protocolo que es casi lo mismo que pude hacer antes, y creo que más o menos bien, en el teatro o en el cine.
"En cuanto a la hostilidad oligárquica no puedo menos que sonreírme (...). ¿Pero acaso alguna vez esa clase de gente tuvo en cuenta aquí, o en cualquier parte del mundo estas cosas, tratándose de la mujer de un presidente?
"Nunca la oligarquía fue hostil con nadie que pudiera serle útil. EI poder y el dinero no tuvieron nunca malos antecedentes para un oligarca genuino.
"La verdad es otra: yo, que había aprendido de Perón a elegir caminos poco frecuentados, no quise seguir el antiguo modelo de esposa de Presidente (...). A la doble personalidad de Perón debía corresponder una doble personalidad en mí: una, la Eva Perón, mujer del Presidente, cuyo trabajo es sencillo y agradable (...) y otra, la de Evita, mujer del Líder de un pueblo que ha depositado en él toda su fe, toda su esperanza y todo su amor". (9).