Aunque pocos temas políticos le eran indiferentes, Eva apenas participó en el proceso de la reforma constitucional, que ocupó los primeros meses de 1949. Alguna vez habría manifestado su intención de hablar en el recinto de la Asamblea, pero se limitó a saludar a los convencionales a la salida de la sesión final.
Sin embargo, lejos de permanecer ociosa, los comienzos de ese año la encontraron entregada a una febril actividad, que ya empezaba a resentir su salud. El 1° de enero dijo en un discurso: "Todo lo daré porque todavía hay pobres en mi patria, porque hay tristes, porque hay desesperanzados, porque hay enfermos. Dejé mis sueños en los caminos para velar el sueño ajeno, agoté mis fuerzas físicas para reanimar las fuerzas del hermano vencido. Mi alma lo sabe, mi cuerpo lo ha sentido. Pongo junto al alma de mi pueblo mi propia alma. Le ofrezco todas mis energías para que mi cuerpo sea como un puente tendido hacia la felicidad común. Pasad sobre él, firme el paso, alta la frente, hacia el destino supremo de la patria nueva". (7).
En el mes de marzo, en el curso de una reunión con dirigentes del sindicato de Luz y Fuerza, afirmó: "Lo único que lamento es que el día tenga sólo 24 horas y que a pesar de mi acción intensa no pueda estar en todas partes. No obstante, trata de lograr en estos tres años lo que no había hecho nadie en veinticinco años". (8).