1. La Argentina Visible

Desde enero, y después que la misión norteamericana llegó a un entendimiento con Farrell y Perón, el acento independista había aflojado. Se hizo buena letra para que la prensa olvidase, al menos un poco, la “dictadura nazifascista” de Argentina.

El problema en sí, no era que los gobernantes fueran militares o dictadores; pues Batista, Trujillo y Somoza eran hombres de uniforme pero eran “democráticos” y el mismo Getulio Vargas era hijo dilecto de los Estados Unidos; y ser “nazi” tampoco era ser partidario de Hitler: Todo se reducía a oponerse a la hegemonía de los Estados Unidos. El término “nacionalista” era sinónimo de “nazi” para los corresponsales norteamericanos.

Figura 1:
 
El Coronel Perón en una caricatura de la época.

Como hemos visto, se había reincorporado a los catedráticos que habían firmado el manifiesto del 15 de octubre de 1943 por una “democracia efectiva y solidaridad americana” pero los liberales que asumieron una actitud combativa no fueron muchos, aunque la mayoría, sin salirse del tono académico, mascullaban un inmenso rencor que podían exteriorizar contra sus colegas nacionalistas.

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La reconstrucción de San Juan en un noticiero de la época.

La Argentina “seria”, es decir la que se veía y se escuchaba por clubes sociales, diarios y universidades retomaba fuertemente su audibilidad y visibilidad, yendo sus expresiones contra los “nazis criollos” cuidando, al menos por el momento, de no atacar al gobierno a la luz del día pero era común, en la oscuridad de las salas cinematográficas, oír los silbidos unánimes cuando aparecían en las pantallas Farrell y Perón.

Figura 2:
 
Así era vista la actitud de Quijano por la revista Cascabel. Atilio Bramuglia y Oscar Aldreys fueron nombrados por el Ministerio del Interior con la consigna de “atraer al radicalismo”.

La juventud comunista en las Universidades había crecido, mientras que en los sindicatos, por obra de Perón se diluían sus dirigentes. Estos jóvenes, alentados por la dirigencia de su partido y aplaudidos por los docentes liberales, entendían que si Stalin era ganador en la guerra, en los claustros universitarios la victoria contra los “nazis criollos” sería suya. La policía tenía orden de dejar hacer.

En algunas ocasiones el nombre de Perón había sido proclamado en asambleas obreras o en concentraciones del radicalismo “oficial” con éxito relativo. Los trabajadores aplaudían en obra de la Secretaría de trabajo, pero sus dirigentes no parecían entusiasmarse por una aventura política. Los radicales que dificultosamente reunía Bramuglia en la provincia o en el Ministerio de Gobierno, o Mieres, en Santa Fe no eran muchos.

Figura 3:
 
Aviso de la revista Atlántida.

Descorazonado por esto; o como se dijo entonces porque la misión Warren le insinuó que una renuncia a la candidatura presidencial favorecería que los EE.UU. entregasen las armas pedidas; la madrugada del 22 de abril Perón anunció por radio que “no alentaba ambiciones presidenciales” y, “me opondré a todas las gestiones que se puedan hacer para erigirme en candidato”. “Lo esencial —agregaba— era que el futuro gobierno mantuviese la conquista de los trabajadores”, solo formulaba votos para que no volviesen los políticos de la época anterior a junio de 1943.

Spruille Braden

El día 9 de mayo había llegado a Buenos Aires el nuevo embajador norteamericano, Spruille Braden ; traía consigo la certeza de que la Providencia lo había designado para derrocar al tandem Farrel-Perón . El día 21 presentó sus credenciales; llevaba también ansias incontenibles de “democratizar” a los argentinos.

En su concepto, la democracia era la participación de los centros políticos, sociales, culturales y la prensa; es decir, la Argentina visible. Desde sus primeras declaraciones mostró el tenor de su visita: “Fue por necesidad y no por gusto que Estados Unidos reconoció al gobierno de la Argentina”; incluso antes de presentar sus credenciales pidió al Departamento de Estado Norteamericano que cancelase el envío de armamento que la misión Warren había concertado por Perón. Washington asintió.

Figura 4:
 
El nueve de mayo llega el nuevo embajador norteamericano Spruille Braden. Se sentía continuador de la obra de Eisenhower y Mac Arthur, él salvaría a la Argentina del totalitarismo.

Spruille Braden comenzó sus andanzas políticas con reuniones y agasajos en centros sociales, mercantiles, industriales, universitarios, mostrándose nada reticente con la prensa. Es cotidiano el contacto directo con los dirigentes de la Sociedad Rural, la Bolsa de Comercio, la Unión Industrial, ex ministros del Régimen derrocado en 1943 y abogados de empresas extranjeras.

Figura 5:
 
Contralmirante Segundo Storni (segundo desde la derecha) aparece en la cubierta del crucero 9 de julio, junto a Mercedes Simone (primera) y Sofía Bozán (de pie, con sombrero blanco)

Comienza así a gestarse la Unión Democrática. A fines de Mayo, el gobierno del General Farrell dio el Estatuto de los Partidos Políticos, que hacía entrega de los Partidos Políticos Nacionales, (radicales, conservadores, socialistas) a “Juntas Promotoras” de intachables partidarios a los efectos de una reorganización. Se comenzaba así con los tiempos políticos. Los partidos no lo aceptaron “por venir de un gobierno militar”.

Documentos:

Llega Braden.
Escrito de Juan Domingo Perón.


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El 4 de junio de 1945, el presidente Farrell, refiriéndose a la Secretaría de Trabajo y Previsión expresó: “Es el instrumento ideal adecuado a los propósitos de Justicia Social que animaron a la revolución de Junio. La obra realizada por ese organismo perdurará en la historia y en el tiempo”. Días después se forma una “Junta de Exhortación Democrática” de conocidas damas y caballeros de lustre social, político, profesional, comercial y cultural que solicita la unión de los partidos políticos para “acabar con la Dictadura”.

Figura 6:
 
Braden y su hija en la Embajada Americana en Buenos Aires. Braden venía a importar la democracia. Pronto se dio cuenta del rechazo de la Argentina “Visible” hacia Perón y rápidamente comenzó a organizar la oposición.

El 15 de junio toma estado público, el Manifiesto de la Industria y del Comercio firmado por 319 entidades empresarias que expresaba: “el gobierno prosigue e intensifica una política económica y comercial cuyas consecuencias peligrosas nos hemos esforzado en demostrar”. Dirige principalmente sus críticas a la Secretaría de Trabajo y Previsión y esto que no es novedad lo corrobora el corresponsal del New York Times que titula su cable: “Las Fuerzas Económicas Argentinas declaran la guerra a la política obrera de Perón”.

El coronel del pueblo no se hace esperar y da respuesta: “Estas fuerzas que se oponen a nuestra política de Justicia Social —dice Perón—, han representado dentro del País la eterna oligarquía económica, que ha manejado a la oligarquía política.”

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