En octubre de 1945, la tradición habría de irrumpir en la vida nacional, enriquecida por la presencia de los hombres del interior, esos trabajadores que fueron llamados “cabecitas negras" por la "crema ilustrada" que los desconocía hasta el día en que la argentina se hizo visible.
Una similar división aunque con otras características, se había dado en la época del radicalismo yrigoyenista, cuando la "élite intelectual" de la sociedad, rechazó a la "chusma".
Por otra parte, de un concepto humanista y cristiano, como el peronismo, jamás podría aceptarse la "alpargata" y menospreciar la cultura ya que el solo hecho de poner la economía y la política al servicio del Hombre es una manifestación cultural de dimensiones mayúsculas.
En el período justicialista la conciencia cultural creció "de una masa numeral a un pueblo esencial" diría Marechal. Pero el primer representante de la cultura justicialista Juan Domingo Perón, decía hacia 1953: "No queremos culturas de privilegios, sino culturas populares, cultura que presuponga un pueblo culto, no un pueblo inculto donde hay cuatro o cinco señores que son muy cultos".
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Ciudad estudiantil, actividades deportivas, competencia de ciclismo en el velódromo. |
En el concepto de Perón, la cultura popular es una cultura social; una vez iniciado el despegue económico que sigue a la ruptura con la situación de dependencia, el Presidente dirige sus esfuerzos a los problemas acuciantes de los sectores desposeídos: la salud, la vivienda, la educación.
En cada hecho del gobierno peronista, como las reivindicaciones sociales, la erradicación de las epidemias, etc, la cultura política y la cultura social del pueblo argentino se fortalece.
Claro que todo ha de estar organizado, y no es la excepción el complejo proceso educativo y cultural: los planes quinquenales así lo demuestran. Las escuelas han de ir floreciendo de a miles. No sólo en Capital Federal, sino, y muy especialmente, en el interior del territorio nacional. Se distribuyen en "función social", teniendo en cuenta dónde y quiénes las necesitan. Los privilegios ya no existen, las discriminaciones tampoco. Todo el universo de la cultura está bajo control, nada queda librado al azar. Esto no significa tener los hilos del fenómeno cultural con "frialdad burocrática", sino ir impulsando el camino. El resto lo hará el pueblo.
Volvemos al concepto de cultura que entiende que es "esa compleja totalidad que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbres y toda capacidad y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad"; o también el concepto brindado por el documento de los obispos de Puebla que entiende que cultura "abarca la totalidad de la vida de un pueblo: conjunto de valores que lo animan y los desvalores que lo debilitan y que al ser participados en común por sus miembros, los reúne en base a una misma conciencia colectiva".
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Escuelas fábricas y de oficios. |
Ahora, bajo este marco doctrinario, podemos comprender mejor cómo y por qué se libró con éxito la lucha contra el analfabetismo, y el ausentismo escolar. Este concepto fue el que animó a que partes considerables del presupuesto nacional se vuelquen en pos de la ayuda del mundo pedagógico. El pueblo en su conjunto ha de expresarse a través de esa filosofía que es el alma del cuerpo social. Ya no serán más cuatro o cinco los sabios o los artistas, todos podrán expresarse, aún los más modestos dentro de sus posibilidades pues el Estado les brindará su apoyo incondicional.