(1) El peronismo y la iglesia 

Las relaciones entre el peronismo y la Iglesia habían estado signadas, en un principio, por mutuas muestras de cordialidad-. Por eso, para muchos argentinos -peronistas y antiperonistas-  resultaría sorprendente e inexplicable el rápido proceso de deterioro que conduciría, hacia los últimos meses de 1954, a una situación abiertamente conflictiva. 

Figura 1:
 
Con Monseñor Miguel de Andrea en tiempos de Bonanza.

Si bien los orígenes del conflicto pueden rastrearse en una serie de desacuerdos de tono menor y hostilidades mutuas que se sucedieron durante los años anteriores, no resulta fácil establecer una causa única que dé cuenta del abrupto desmejoramiento de la relación. Sobre todo, es dificil entender cómo el gobierno se dejó a arrastrar – y aún alimentó notoriamente- un enfrentamiento del que no podía salir sino deteriorado. 

Figura 2:
 
El papa Pío XII.

Parece claro que no existió un hecho determinante, sino una serie de circunstancias que fueron socavando la armonía inicial y tensando las relaciones. Pero no cabe duda que el conflicto fue usado -y estimulado- por los sectores opositores necesitados de una bandera que permitiera sumar fuerzas en contra del gobierno, con suficiente poder para decidir a los indiferentes y cohesionar a los adversarios. 

Figura 3:
 
Corrientes, setiembre de 1947. Habla Filomeno Velazco rodeado por monseñor Vicentín, Antonio J. Benítetz y John W, Cooke.

Jorge Abelardo Ramos ha analizado así este tema: "La cuestión religiosa, como el tema del petróleo -la Fe y la Soberanía, según sus exaltados apóstoles- no sirvieron en realidad sino para justificar decorativamente la ofensiva oligárquica ( ... ). El objetivo central de la campaña consistía en convulsionar el espíritu de la pequeña burguesía: de los estudiantes que polarizan de inmediato su energía, de los pequeños rentistas con alquileres congelados, de las madres de familia con hijas jóvenes, de los empleados públicos con sueldos fijos, de los comerciantes minoristas amenazados con las listas de precios máximos, de los importadores sin permisos de cambio, de los intelectuales de nervios débiles, en fin, de esa inmensa clase media que servía a Buenos Aires de masa de maniobra para la estrategia imperialista y a la que el proceso inflacionista había deteriorado sus condiciones de vida". 

Figura 4:
 
El presidente Farrell y su vicepresidente Juan Domingo Perón. participan del IV Congreso Eucarístico Nacional celebrado durante octubre del año 1944.

También hay que situar el conflicto en el momento de declinación política de la revolución justicialista, en que su capacidad de respuesta parecía decrecer. Si bien había logrado sortear en forma relativamente satisfactoria diversos problemas de índole económica, no había podido en cambio concretar formas de organización política más dinámicas, a las que se refería incesantemente Perón. 

 
 
Sello postal emitido por la campaña Pro Monumento al Descamisado.

Después de los avances iniciales, faltaban nuevos impulsos, y una revolución que se detiene está peligrosamente expuesta al riesgo del retroceso y el deterioro. El peronismo conservaba un sólido arraigo en los sectores populares, a los que podía suponerse una menor ortodoxia en sus prácticas religiosas y un menor apego a la institución eclesiástica. 

Pero la fe católica formaba parte de la cultura argentina y un conflicto que forzara a definirse entre aquella y el peronismo plantearía a muchos un grave problema de conciencia. Por lo demás, la militancia religiosa estaba extendida en amplios sectores de las clases medias, y también de las fuerzas armadas, donde ya se habían detectado focos de disconformidad. 

Figura 5:
 
De esta manera ilustraba el periódico "Antinazi" las armoniosas relaciones entre Perón y la Iglesia en una edición del mes de noviembre de 1946. 

Debe también tenerse en cuenta la situación personal de Perón, sobrellevando la carga de ocho años de gobierno y la soledad de dos de viudez. Habían florecido a su alrededor colaboradores y consejeros de dudosa capacidad, cuya acción tendría no poca responsabilidad en los sucesos que analizamos. 

Volveremos sobre el tema, pero para una más acabada reconstrucción de los hechos, resultará útil pasar breve revista a las relaciones entre el gobierno peronista y la Iglesia desde los inicios de aquel. 

Los momentos iniciales: una convivencia armoniosa 

En diciembre de 1945, el gobierno surgido de la revolución de junio había establecido por decreto la enseñanza religiosa en los colegios primarios y secundarios. La iniciativa encontraba su explicación en la indisimulable influencia adquirida por sectores del nacionalismo católico en el seno de la administración militar. 

Figura 6:
 
Perón, Evita, Caggiano y Ruffini. en el acto inaugural del Congreso Eucarístico que se celebró en Rosario en 1950. 

El accionar de Perón en el gobierno de facto, se concentraba por entonces en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Allí, el activo coronel trabará relación con algunos obispos que se interesan en la cuestión social: monseñor Di Pasquo y monseñor D'Andrea. El último de los nombrados se convertiría más tarde en activo opositor. Otros prelados contribuirían, asimismo, a estrechar relaciones entre el naciente peronismo y la Iglesia:· monseñores Caggiano y Tavella, y el obispo de Resistencia monseñor Di Carlo, quién simpatizará vivamente con Perón. 

Perón no disimulaba, por aquellos momentos, su formación cristiana y la inspiración de su accionar en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. "Nuestros emblemas son: Dios, la Patria y la Justicia Social", dirá. 

Figura 7:
 
La fe de Perón y Evita se ponía de manifiesto muy a menudo en forma pública y evidente.

Antes de las elecciones que llevarían a Perón a la presidencia -el 5 de noviembre de 1945-, el episcopado Argentino dio a conocer una Carta Pastoral dirigida a la grey católica que expresaba, entre otros conceptos: "Entre varios candidatos o listas aceptables, desde el punto de vista católico se ha de votar por los que, en conciencia, parezcan más aptos para procurar el mayor bien de la religión y de la patria, aunque pertenezcan al partido propio, porque el bien público es superior al bien del partido ( ... ) Ningún católico puede afiliarse a partidos o votar candidatos que inscriban en sus programas los principios siguientes: 

1) la separación de la Iglesia del Estado;  

2) la supresión de las disposiciones legales que reconocen los derechos de la religión y particularmente del juramento religioso y de las palabras en que nuestra Constitución invoca `la protección de Dios, fuente de toda razón y justicia´, porque tal supresión equivale a una profesión pública y positiva de ateísmo nacional; 

3) el laicismo escolar; 

4) el divorcio legal. 

Era toda una definición a favor del peronismo, por cuanto los candidatos de la Unión Democrática sostenían un programa de reformas en los aspectos mencionados. 

Figura 8:
 
Perón, Evita y Mercante en el Congreso Mariano en 1947.

La Carta Pastoral desatará agudas polémicas y no pocos púlpitos se convertirán en tribunas políticas. El padre Virgilio Filippo, párroco de la Inmaculada Concepción de Belgrano -que en 1948 sería diputado nacional por el justicialismo- se mostrará decidido partidario de Perón e insistirá en sus sermones sobre las recomendaciones de la Pastoral, provocando el disgusto de buena parte de su elegante feligresía. 

 
Folleto de la Secretaría de Información Pública

 

En la posición opuesta, el párroco de Villa Luro José Dunphy, se manifestará contra el nazismo y el fascismo que - a su juicio- representa Perón. Como respuesta a la Pastoral, los antiperonistas católicos publican una solicitada con 750 firmas, en la que se convoca a votar por la Unión Democrática. Muchos de ellos participarán -junto a los partidos opositores de posición laica- en la marcha de la Constitución y la Libertad. 

Figura 9:
 
El sacerdote Santiago Luis Copello había sido nombrado cardenal en 1935 y al año siguiente se lo designó primado de la Argentina. Fue el primero que ostentó tal dignidad en el país.

Desde el semanario Estrada, y también desde el púlpito de la iglesia de San Martín de Tours, el padre Agustín Luchía Puig truena contra Perón. Pero gran parte del bajo clero, más cercano a las vigencias populares, se pliega a la candidatura del coronel. "Nuestra política social -dirá Perón durante la campaña- ha salido en gran parte de las encíclicas papales y nuestra doctrina es la doctrina social cristiana". 

Figura 10:
 
Moseñor  Santiago L. Copello en el día de Corpus, junio de 1950.

El 24 de febrero de 1946, las elecciones otorgan el triunfo al peronismo. Antes de asumir, Perón comulgará en una misa de campaña junto con los efectivos de la primera división del ejército y dirá: "El presidente argentino debe cumplir con el precepto constitucional que exige sea católico. Yo he querido dar prueba de mi fe públicamente". 

Más allá de la sinceridad de esa actitud -que no hay motivos para poner en duda- es evidente que el mandatario electo asignaba especial importancia a las relaciones con la iglesia. 

Figura 11:
 
9 de Julio de 1948. Perón y su gabinete se dirigen al Tedeum. 

Esto quedaría confirmado a poco andar. Se crea el Registro Nacional de Cultos, que restringe la actividad de las instituciones religiosas no católicas y en marzo de 1947, la Cámara de Diputados ratifica por ley el decreto de enseñanza religiosa, que diera el gobierno militar en diciembre de 1945. Poco después, y con la finalidad de afianzar la imagen religiosa del gobierno, el padre Hernán Benítez- asesor espiritual de Eva Perón y amigo del presidente- es enviado en misión oficial al Vaticano. 

Figura 12:
 
Portada de la Oración pronunciada por Perón en 1950.

Se entrevista con Pio XII, a quien entrega una carta de Perón y obtiene del pontífice - a estar de su propio testimonio- expresiones favorables al régimen recién implantado en la argentina: "En audiencia a solas.,. de una hora, Su Santidad después de leer el extenso documento del general Perón que dejé en sus manos, abundó en expresiones de gratitud hacia nuestro presidente y lo elogió sin reservas: por haber cortado la racha de sesenta años de laicismo y ateísmo escolar; por haber mantenido en las leyes la indisubilidad del matrimonio, contra lo que acaece en la mayoría de los países del mundo católico; por la eficacia de su acción, obrerista, que conjuró el peligro del comunismo en la argentina, señalada para cabecera de puente del comunismo americano ...” 

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