(1) La descomposición del campo gorila

Durante los diez años de gobierno peronista, los partidos politicos opositores habían mantenido casi congelada su vida interna. Es verdad que fueron objeto de restricciones y que muchos dirigentes conocieron la cárcel o el exilio, producto de sus conductas anticonstitucionales, pero el principal determinante del inmovilismo había sido otro: su insuperable condición minoritaria que hacía pasar a segundo plano las apetencias de poder. 

Figura 1:
 
Ricardo Balbín y Arturo Frondizi en 1956.

Por lo demás, para todos sin excepción, lo prioritario había sido la necesidad de unirse en contra del régimen y de asegurar la subsistencia. Es cierto que algunos sectores habían conspirado más activamente que otros y no todos habían apoyado a la Revolución Libertadora con el mismo grado de compromiso, pero la existencia del enemigo común había sido suficiente para disimular diferencias que -en muchos casos- eran profundas. 

Figura 2:
 
Cóctel ofrecido por Aramburu a la Junta Consultiva en 1956; desde la izquierda, Juan Llamazares, Oscar López Serrot, Horacio Marcó, Rodolfo Corominas Segura y el vicepresidente Isaac Rojas.

El desplazamiento del gobierno peronista daría lugar a un sinceramiento que pondría a la luz las divisorias internas existentes, en algunos casos irreconciliables. 

Todos los partidos aclamaron el golpe de septiembre del 55: desde la declaración de la UCR -firmada por Frondizi- justificándolo históricamente, hasta el tono declamatorio de los socialistas, saludando. " ... emocionados el grande esfuerzo de liberación que acaba de realizar el pueblo argentino ... ". Todos coincidieron en la unánime condena a las "iniquidades" del régimen derrocado. 

Duración: 30 Segundos
 
 
Funerales del General Lonardi, 22 de marzo de 1956.
 
 

Sin embargo, las adhesiones al gobierno militar, así como las actitudes frente al peronismo, no tardarían en variar, convirtiéndose en las principales motivaciones del disenso interno. Es que, pese a los denodados esfuerzos de los sectores ultragorilas por “desperonizar” el país, relegando al olvido esa odiosa pesadilla, a nadie podía escapar que los partidarios del ex gobierno continuaban existiendo, especialmente en las filas de la clase trabajadora. Allí estaba, pues, el electorado peronista vacante, y la posibilidad de seducirlo para aproximarlo a las propias filas. Para ello, era necesario tomar distancia de la dictadura que golpeaba duramente a la clase obrera, y reconsiderar al peronismo. 

Figura 3:
 
Marcos Pérez Jiménez, Presidente de Venezuela, durante la estadía de Perón en ese país.

Así, en el seno del viejo partido conservador, Vicente Solano Lima -uno de sus dirigentes más importantes- sostuvo que era preciso dictar una amnistía, para llegar a la pacificación del país. Aislado por el resto de la dirigencia partidaria y derrotado internamente en marzo de 1956, Lima produjo una división, formando el partido Conservador Popular. También tuvieron lugar otras fracturas locales (en Buenos Aires, San Luis y Salta), permaneciendo el núcleo principal en el Partido Demócrata. 

Figura 4:
 
De esta forma satirizaba la revista Tía Vicenta el temor de los "libertadores" por el lanzamiento de la campaña popular del "Perón Vuelve". 

El partido socialista, que había acompañado con ardor la Revolución Libertadora y colaboraba en la gestión de gobierno, tampoco estuvo a salvo de fracturas. El excesivo compromiso con el régimen militar produjo después de los fusilamientos de junio de 1956 la inquietud de muchos afiliados. Hacia fines de 1957, en un congreso realizado en Córdoba, quedaría institucionalizada la división: el sector de Ghioldi (la derecha interna) pasó a constituir el Partido Socialista Democrático, en tanto que Palacios, Alicia Moreau de Justo y otros dirigentes formaron el Partido Socialista Argentino. 

Figura 5:
 
El general Aramburu saluda a Jesús Fernández y otros delegados del gremio ferroviario La Fraternidad (junio de 1957).

El comunismo no sufrió fracturas, pero su apoyo al gobierno de Aramburu no se mantuvo invariable: inhabilitados los dirigentes gremiales peronistas, era la oportunidad de lograr ascendiente en el campo sindical. Para eso era necesario estrechar lazos con los trabajadores peronistas. El Comunismo reclamaría al gobierno una amnistía y que se pusiera fin a las persecusiones políticas. 

Documentos:

Los Vendepatria.
Las pruebas de una traición.
Juan Domingo Perón

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Pero donde el enfrentamiento sería más profundo y tendría más trascendencia, sería en el seno del radicalismo. Era notorio que la controversia interna existía desde tiempo atrás en el que había sido el principal partido opositor, pero las circunstancias ya apuntadas la habían atemperado hasta entonces. 

Figura 6:
 
Títulos de semanario Azul y Blanco de los grupos nacionalistas.

Desde marzo de 1954, Frondizi presidía el radicalismo en representación del Movimiento de Intransigencia y Renovación (que también integraba Balbín), enfrentado con el unionismo (a la derecha partidaria) y el sabattinismo cordobés. Su figura había crecido en la búsqueda de un tono opositor diferente, que evitaba deliberadamente el lenguaje marcadamente antiperonista de otros dirigentes y buscaba postular al radicalismo -y así mismo- como una alternativa superadora. Ahora, desaparecido el peronismo de la escena, a nadie se ocultaba la intención de Frondizi de convertirse en "heredero" de los votos de ese origen. Eso lo diferenciaba marcadamente de unionistas y sabattinistas, íntimos colaboradores de la dictadura de Aramburu. 

Duración: 40 segundos.
 
 
La división del radicalismo. Frondizi, Balbín, Zavala Ortiz.
 
 

En marzo de 1956 Frondizi fue reelecto al frente del Comité Nacional. La oposición a su figura había crecido en otros sectores partidarios, aunque el carácter mayoritario de la Intransigencia parecía darle solidez a su liderazgo. Pronto se vería que no era así: en septiembre de 1956, el sector frondizista reunió en Tucumán la Convención Nacional Partidaria, con el propósito de definir la futura candidatura presidencial. No había elecciones inminentes, pero era el modo de consolidar con esa designación la figura de Frondizi. Balbín se oponía, porque sustentaba aspiraciones propias y sostenía que la candidatura debería surgir del voto de los afiliados. Sus partidarios no concurrieron a la Convención, como tampoco lo hicieron unionistas y sabattinistas. El organismo proclamó la candidatura de Frondizi. 

Figura 7:
 
Acto organizado por la Junta Consultiva en la Plaza del Congreso en el mes de enero del año 1956. 

Los cuestionamientos del sector balbinista no se hicieron esperar y la conducción nacional del partido procedió a intervenir varios comités. Balbín renunció en enero de 1957 y celebró una reunión con Zavala Ortíz, Sabattini, Nudelman y Crisólogo Larralde, a fin de constituir una Junta Reorganizadora del radicalismo. Poco después, Frondizi pronunciaba un discurso radial en el cual, prácticamente, quedaba señalado el carácter definitivo de la ruptura. 

El radicalismo quedaba, divido entre la UCR Intransigente, con la jefatura de Frondizi y la adhesión mayoritaria de los sectores juveniles del partido, y la UCR del Pueblo, con los balbinistas, unionistas y sabattinistas. Mientras los designados en segundo término se iban constituyendo en aspirantes a la herencia política de la Libertadora, el Frondizismo pasaría a cultivar indisimuladamente el acercamiento a los restos dispersos de la estructura partidaria peronista, con el fin de atraer hacia sus filas los votos de esa proveniencia. 

Figura 8:
 
En el acto realizado por la Junta Consultiva dirige la palabra al público Américo Ghioldi. 

Hacia abril de 1957, desde Caracas, Perón escribía a Cooke refiriéndose a la táctica de Frondizi: "Lo importante de esto es que Frondizi, habla ya totalmente en peronista y no sólo promete el reestablecimiento de todas las conquistas dadas por el peronismo, sino que ha aplaudido públicamente las mismas, declarando que el peronismo tiene el honor de haberlas otorgado. Esto no me interesa por lo de Frondizi sino por el hecho de que se extiende cada día más la resistencia, dentro de la cual el frondizismo es sólo un hecho más pero que da lugar a que los peronistas lo aprovechen". 

Figura 9:
 
David Michel Torino, director de El Intransigente de Salta, recibe de Adolfo Lanús (de anteojos) un premio de la SIP (Soc. Interamericana de Prensa); en el medio, el ministro Busso.

Al mismo tiempo, el jefe justicialista reflexionaba así sobre las estrategias políticas destinadas a captar la adhesión de los peronistas: "El pueblo no duda que los dirigentes políticos que acompañaron y dieron su respaldo a la dictadura, se confabularon con ésta para explotarlo y escarnecerlo; por eso, ya jamás podrán engañar al pueblo por más que lo intenten. Los que ahora pretenden "trabajar" de peronistas, se manifiestan extrañados ante el repudio de la masa, olvidando que, en su hora, ellos respaldaron las masacres de obreros, los fusilamientos, las presiones y las persecuciones despiadadas y crueles de los ciudadanos por el delito de no pensar como ellos". 

Figura 10:
 
Casi todos los partidos políticos argentinos dieron su apoyo en mayor o menor medida a la Revolución Libertadora. La foto ilustra una conversación de Alende y Rojas en la Junta Consultiva. 

 

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