(1) Política y petróleo 

El 1° de mayo de 1958, tras dos meses de tensa incertidumbre, Arturo Frondizi asume la presidencia de la Nación. Integra su gabinete con Emilio Donato del Carril en Hacienda, Alfredo Vítolo en Interior, Héctor Noblía en Salud Pública y Bienestar, Luis Mc Kay en Educación y Justicia y Gabriel Del Mazo en la recién creada cartera de Defensa. Se trata, en general, de conocidas figuras partidarias. Sin embargo. otros ministerios están cubiertos por hombres ajenos a la UCRI: el joven canciller Carlos Florit, cercano a Frigerio, o el ex dirigente del sindicato del Seguro Alfredo Allende, que ocupa el ministerio de Trabajo y Seguridad Social. 

Figura 1:
 
Alfredo Allende, ministro de Trabajo y Seguridad Social.

Asimismo, el propio Rogelio Frigerio aparece como Secretario de Relaciones Socioeconómicas de la Presidencia, ejerciendo una suerte de "poder paralelo" en el área. Otros hombres cercanos al influyente asesor, ocuparán cargos claves en la presidencia: el coronel Guglialmelli en la Secretaría de Enlace y Coordinación, Samuel Schmuckler en la Secretaría Ejecutiva y Nicolás Babini en la Secretaría Técnica. 

Figura 2:
 
Luis Mc Kay ministro de Educación y Justicia

La proliferación de extrapartidarios en las cercanías de Frondizi, llegará a llamar la atención del vicepresidente, Alejandro Gómez, en la ceremonia de asunción del mando. Para la cobertura de las carteras militares, convertidas en Secretarías de Estado a partir de la nueva Ley de Ministerios, Frondizi ha efectuado consultas con las Fuerzas Armadas. 

Figura 3:
 
Arturo Frondizi junto a miembros de su gabinete en un mensaje al país el 9 de noviembre de 1958.

Obtenido su acuerdo, ha designado al general Héctor Solanas Pacheco en Ejército, al Almirante Adolfo Estévez en Marina y al Comodoro Roberto Huerta en Aeronáutica. Esa búsqueda de consenso estaba destinada a tranquilizar el frente militar, que como podía preverlo el presidente constituiría una seria limitación a su poder. 

Figura 4:
 
Chiste de la revista Tía Vicenta: -"No trates de ocultarlo, Rogelio. Tú has votado en blanco"- 

No obstante, Frondizi procuraría dejar sentada una actitud firme ante los hombres de armas, en el discurso pronunciado al Congreso el 1° de mayo. Tras un reconocimiento por su "contribución al restablecimiento de la democracia", diría: "Hoy el país retorna a la senda constitucional... De aquí en adelante las Fuerzas Armadas no deciden. Ahora deciden los representantes del pueblo del cual forman parte los ciudadanos que componen aquellas... No deliberan más ... Es el pueblo quien juzga a sus mandatarios". 

Figura 5:
 
Risieri Frondizi, hermano del presidente fue nombrado rector de la Universidad de Buenos Aires. La fotografía lo muestra departiendo con el ministro Noblía.

Pero nadie ignoraba que esa "democracia" resultaba de la exclusión de la fuerza política mayoritaria. Sus bases eran, por lo tanto, en extremo débiles y no sería con discursos que el presidente Frondizi persuadiría a los militares gorilas para que se subordinaran al poder civil. 

El Desarrollismo

La influyente presencia del grupo “frigerista” entre los colaboradores inmediatos del presidente -que no dejaría de irritar a los militares- era el reflejo del notorio viraje experimentado en el ideario de Frondizi. 

Figura 6:
 
El presidente Frondizi ingresa a la Casa de Gobierno. Le acompaña su secretario privado, Eduardo Gonzales. 

Aunque explícitamente la plataforma partidaria de la UCRI respondía a las pautas programáticas aprobadas por el radicalismo en la Declaración de Avellaneda -más de una década atrás-, otro era el pensamiento actual del primer mandatario. Habían quedado atrás las convicciones estatizantes que le ganaran cierta fama de "izquierdista", así como sus firmes ideas acerca del monopolio estatal en materia de explotación petrolera, expuestas en su libro "Petróleo y Política". 

Figura 7:
 
La nuevas autoridades electas en los festejos del 9 de julio.

El programa desarrollista había sido elaborado en el entorno de Frigerio, formado por jóvenes empresarios y técnicos. Consistía, en esencia, en subordinarlo todo al esfuerzo industrializador. 

La redistribución del ingreso y la justicia social perdían relevancia: importaba el crecimiento de la producción, merced a mayores inversiones y técnicas modernas. De ese modo, se alcanzaría el "desarrollo": una sociedad de abundancia, con pleno empleo y creciente oferta de bienes y servicios, en la que la conflictividad social se atenuaría y los intereses sectoriales podrían ser amortizados, a imagen de lo que sucedía en los países centrales (donde el capitalismo había alcanzado su madurez). 

Figura 8:
 
Frondizi recibe en su despacho al gerente de la empresa automotor Ford, Mr. Douglas B. Kitterman.

La dependencia del país obedecía -en la visión de Frigerio y Frondizi- a la falta de desarrollo y no a la inversa. Y la Argentina era incapaz de financiar el desarrollo con el producto de su comercio exterior y su menguado ahorro interno. La solución consistía en apelar a la libre empresa y el aporte del capital externo -en especial norteamericano-, que produciría el milagro del rápido desarrollo de los sectores industriales básicos -metalurgia, petroquímica, bienes de capital, automotores-. Otro tanto debía ocurrir en el sector energético. Eso acabaría con la vieja Argentina agroexportadora, para dar paso a una nación moderna y pujante. 

El desarrollo industrial permitiría la integración del país: la clase obrera y la burguesía industrial confluirían en ese proyecto, sepultando los desencuentros del pasado. 

La economía subordinada a la política, que se limitaría a acompañar el esfuerzo industrializador. 

Figura 9:
 
Frondizi y su esposa, Elena Faggionato, visitan al general Alfredo Stroessner y a su mujer en Asunción.

Esta visión "integracionista" restaba importancia a las fuerzas políticas del pasado, que quedarían superadas por el acuerdo entre los distintos sectores sociales y grupos de presión. En especial, -suponía Frondizi- el peronismo disolvería su fuerza mediante la integración de la clase obrera sindicalizada al proyecto desarrollista. A la captación de la dirigencia sindical se agregaría la de los militares, que alcanzarían su objetivo de contar con unas Fuerzas Armadas modernizadas en un país industrial. 

De ese modo, el presidente estaría dispuesto a realizar cualquier concesión, a sacrificarlo todo en aras de su estrategia económica y de una política exterior compatible con la misma. EI rápido logro de sus objetivos le significaría verse libre de los dos factores que condicionaban su poder: el peronismo que lo había ungido con sus votos, y las Fuerzas Armadas que lo vigilaban de cerca. 

Figura 10:
 
Juan Domingo Perón en su habitación del hotel en Santo Domingo, rodeado de sus dos custodios dominicanos. 

Era una visión eminentemente economicista, que no tomaba en cuenta suficientemente los aspectos políticos. Si Frondizi confiaba en ganarse la adhesión de la dirigencia sindical, ignoraba con ello a Perón y la fidelidad de las bases obreras al líder exiliado. 

Si esperaba que la modernización industrial licuaría las resistencias militares a su gobierno, dejaba de lado los profundos sentimientos antiobreros y antipopulares que anidaban en los sectores gorilas, fuertemente enquistados en las Fuerzas Armadas. 

Figura 11:
 
El vicepresidente Alejandro Gómez (de sombrero), pronto se distanciaría del presidente.

Por lo demás, la confianza de Frondizi en el papel liberador del capital extranjero se correspondía poco con la realidad del impacto de la inversión externa sobre estructuras económicas en vías de desarrollo. Esta respondía a criterios de rápida rentabilidad, antes que a objetivos de integración de la estructura productiva. 

Se corría el riesgo de que un proceso industrializador carente de objetivos nacionales, se resolviera en la instalación de enclaves de modernidad en un país atrasado, conduciendo a una peligrosa fragmentación social. 

Figura 12:
 
Desde Santo Domingo, Perón declaraba: "La acusación más grave para todos los dirigentes peronistas y en especial para los que tienen o tuvieron en sus manos la conducción táctica, es la pregunta que todos los días hacen millones de peronistas:'Qué hacemos' ". (JDP) 
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