2. En la Isla

En la prisión de Martín García, el coronel Perón no está al tanto de lo que está ocurriendo. Pensaba en Eva, su futura esposa, que compartiría sus días en la estancia paterna de Chubut, que le haría olvidar las ingratitudes y las envidias. Pensaba en una existencia bucólica de pequeño estanciero. Había hecho lo que su conciencia patriótica, de político y de ser humano le había indicado y había fracasado.

Figura 7:
 
Juan Domingo Perón en un acto en San Nicolás. “Yo tenía una radio (en Martín García) con la que escuchaba cuanto ocurría en el país, y lo que ocurría era muy grave. La agitación popular en la capital se hacía cada vez más violenta…”
 
Juan Domingo Perón

Fruto de ese estado espiritual es la carta que dirige a Eva el 14 desde Martín García:

“Mi tesoro adorado: sólo cuando nos alejamos de las personas podemos medir el cariño. Hoy sé cuánto te quiero y que no puedo vivir sin vos. Esta inmensa soledad sólo está llena con tu recuerdo. He escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro; en cuanto salga nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos (…).

Esta (carta) te la mando por un muchacho porque es probable que me intercepten la correspondencia. De la casa me trasladaron a Martín García, y aquí estoy sin saber por qué y sin que me hayan dicho nada. ¿Qué me decís de Farrell y de Avalos? Dos sinvergüenzas con el amigo. Así es la vida (…).

Debes estar tranquila y cuidar de tu salud mientras yo esté lejos para cuando vuelva. Yo estaría tranquilo si supiera que vos no estás en ningún peligro y te encuentras bien (…)

Figura 8:
 
Isla Martín García: “Un marinero me traía la comida y un asistente me tendía la cama. Comencé a escribir un libro que se titularía ¿Dónde estuve? En él narré la verdad de todos los incidentes y acontecimientos que se produjeron y que habían sido deformados por mis antiguos compañeros…”
 
Juan Domingo Perón

Viejita de mi alma. Tengo tus retratos en mi pieza y los miro todo el día con lágrimas en los ojos. Que no te vaya a pasar nada porque entonces habrá terminado mi vida. Cuidate mucho y no te preocupes por mí, pero queréme mucho que hoy lo necesito más que nunca.

Tesoro mío, tené calma y aprendé a esperar. Esto terminará y la vida será nuestra. Con lo que yo he hecho estoy justificado ante la historia y sé que el tiempo me dará la razón. Empezaré a escribir un libro sobre esto (…) veremos entonces quién tiene razón.

El mal de este tiempo, y especialmente de este país, son los brutos y tu sabes que es peor ser bruto que ser malo. Mis últimas palabras de esta carta quiero que sean para recomendarte calma y tranquilidad. Muchos, pero muchos besos y recuerdos para mi chinita querida”.

Figura 9:
 
Copia de la emocionada carta que Perón enviara a Eva desde la isla Martín García.

En otra carta a Mercante expresa el temor de que los obreros “produzcan algo grave”, porque le han llegado rumores de que declararían una huelga: “(…) Estoy contento de no haber hecho matar un solo hombre por mí —le dice el coronel a Mercante— y de haber evitado toda violencia. Ahora he perdido toda posibilidad de seguir evitándolo, y tengo mis grandes temores que se produzca allí algo grave. De cualquier manera mi conciencia no cargará con culpa alguna. Mientras lo pude evitar lo evité. Hoy, anulado, no puedo hacer nada”.

Una radiografía cómplice

En Martín García, el coronel Perón pasa horas con el capitán médico Miguel Angel Mazza. Analizan la situación pero los pocos informes de Mazza hacen desconocer la situación real. Por esa época era público y notorio que Perón no estaba bien de salud.

Más allá del cansancio que se ha apoderado de él después de la agobiante tarea de gobierno lo aquejaba una vieja afección pleural consecuencia quizá de la congestión pulmonar contraída en la Quiaca, en 1931, cuando cumplía funciones en la Comisión de Límites.

Figura 10:
 
Copia de la radiografía sacada a Perón en setiembre de 1945 por orden del entonces capitán médico Mazza.

Mazza —dice Pavón Pereira— que lo ha atendido profesionalmente en los últimos tiempos guarda radiografías que hablan a las claras de una afección, el médico sabe que se trata de una dolencia superada, pero no ignora, además que cualquier especialista que estudie las placas no podrá quedarse tranquilo. Esta circunstancia le permite contar con la base material para elaborar un plan bien definido, cuyo objetivo será el traslado del prisionero al Hospital Militar Central.

Puestos de acuerdo Mazza y Perón sobre el plan que utilizarían para lograr sus propósitos; Perón redacta una nota de puño y letra dirigida al Ministro de Guerra: “Solicito quiera tener a bien disponer las medidas necesarias para mi asistencia médica hospitalaria en razón de la afección que padezco, y de la cual puede dar testimonio y fe el señor capitán cirujano Dr. Miguel Angel Mazza y que se ha visto reagravado por el clima húmedo de esta isla”.

Mazza por su parte agregará otra: “A raíz de un examen radiográfico se comprobó que el señor coronel Don Juan Domingo Perón presenta una elevación cupiliforme del hemidiafragma derecho cuyo probable origen tumoral sea imprescindible e impostergable dilucidarlo por el examen clínico y de laboratorio en un ambiente hospitalario (…). El clima húmedo de su actual alojamiento le puede resultar sumamente desfavorable”.

Figura 11:
 
Coronel médico, Miguel Angel Mazza…” fue él quien me expuso con toda crudeza la gravedad de la situación, el apuro del gobierno y la incertidumbre de Farrell que, muy asustado, no dejaba de temer ser ahorcado al día siguiente en la plaza pública con todos sus ministros…”
 
Juan Domingo Perón

Ahora sólo queda poner en práctica el plan. Mazza desarrolla una actividad constante de entrevistas con Farrell y militares leales a Perón. Farrell pide que vea a Perón y le explique que “no deseaba hacer mal, sino que en Buenos Aires lo querían matar”; Mazza comprende que será difícil dar cumplimiento a su misión pero persevera.

Se reúne con Farrell, Avalos y Vernengo Lima y logra la conformidad del conjunto para resolver el viaje de Perón a Buenos Aires. Vernengo Lima pone trabas para la hospitalización proponiendo una Junta Médica, integrada por civiles.

El día 16 a las 14:30 hs., la Junta Médica se embarca en una lancha de la prefectura. En el viaje Mazza habla privadamente con el Comisario Rodríguez, peronista leal que acompaña a la Junta por solicitud de Farrell. Rodríguez debía abrazar a Perón y decirle que no se dejara revisar de ninguna manera, viéndose obligada la Junta a ordenar su traslado.

Así fue. Después de cabildeos y comunicaciones con Buenos Aires se le comunica a Perón que será trasladado al Hospital Militar Central. El plan fue un éxito. Ya es 17 de Octubre de 1945. Perón no tiene conocimiento de lo que ocurre en Buenos Aires y el resto del territorio nacional.

La soledad de Perón

La Argentina visible estaba regocijada con el encarcelamiento de Perón. Estudiantes y señoras bien exclamaban: “¡Ya se fue! ¡Libertad!” y exigían frente al Círculo Militar que se resolviera la entrega del Gobierno a la Corte.

Los diarios (salvo La Epoca) se llenaban de remitidos de los profesores democráticos, los abogados democráticos, los estudiantes democráticos y los ingenieros democráticos, aplaudiendo que la patria se haya liberado del “yugo totalitario”.

Figura 12:
 
17 de octubre por la mañana temprano. Algunos trabajadores sueltos comienzan a llegar al centro de la altiva Capital.

Hasta los dirigentes sindicales abandonarían a su jefe. En la sede de la Unión Tranviarios se había realizado el día 16 una reunión del Comité Central Confederal de la CGT. Las fuerzas gremiales representadas ante la CGT se encontraban divididas en cuanto a la postura que debían adoptar ante la situación imperante.

Duración: 40 segundos
 
 
Llegan los trabajadores al centro de Buenos Aires.
 
 

Se había lanzado la propuesta de una huelga general para el jueves 18, pero algunas delegaciones sindicales entendían que no había que apoyar la medida pues Avalos había dado garantías de “mantener las conquistas obreras alcanzadas”. Otros delegados explicaron que ya había negativas para pagar los beneficios sancionados por un decreto del ex vicepresidente.

Figura 13:
 
Los primeros trabajadores llegan a la Plaza. La larga caminata desde el gran Buenos Aires obligaba a un descanso.

La reunión fue tumultuosa y a la 1 de la mañana del 17 fue resuelta una huelga general por 48 hs. Se realizaría en todo el país a partir del 18 de octubre, sin nombrar a Perón y por motivos retóricos.

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