(2) El abandono y las penurias

Por alguna razón no aclarada -acaso presionado por su familia- Duarte abandonó La Unión poco tiempo después de nacer Eva.

Regresó a Chivilcoy y dejó a doña Juana y sus cinco hijos pequeños sumidos en el desamparo. Las cosas cambiaron entonces bruscamente y la familia debió afrontar necesidades y penurias. No era fácil procurarse recursos para alimentar cinco criaturas.

Figura 14:
 
Juan Duarte, padre de Eva.
 

Allí debieron aflorar la voluntad y el temple de la madre de Eva: empezó a coser incansablemente para ganarse el sustento. EI sonido ininterrumpido de su máquina podía escucharse hasta altas horas de la noche. Pero la clientela que podía hallar en General Viamonte no era mucha, ni pagaba demasiado.

Figura15:

Carnaval en Los Toldos. Erminda, Elisa, Juan , Blanca y Eva (última de la derecha).

Pronto debieron mudarse a una vivienda más modesta, situada en las afueras del pueblo y próxima a las vías del ferrocarril, ese camino de hierro que vinculaba con Buenos Aires y que más tarde tentaría a la pequeña Eva, como forma de escapar a la chatura del ambiente pueblerino.

Eran años difíciles para doña Juana y sus hijos, como lo eran para la gran mayoría de la gente trabajadora y humilde.


Figura 16:
 
Épocas de tango. Partitura del tango "El distinguido Intendente" de Ernesto Zambonini.

Sin embargo, el país se beneficiaba de la relativa prosperidad de la postguerra. Se vivía una época de cierta bonanza económica -que la crisis del 30 quebraría súbitamente- y parecían haber quedado atrás las conmociones sociales de los primeros años del siglo.

Yrigoyen había terminado su primera presidencia en 1922 y había ungido a su sucesor: don Marcelo de Alvear, un dandy más afecto a la vida desenfadada de París que a los desvelos de la política. Y don Marcelo -elegante, alta estatura, calva reluciente- ya gobernaba el país.

Figura 17:
 
Marcelo de Alvear

Tras los sofocones de la etapa yrigoyenista, la oligarquía respiraba confiada: ahora mandaba un radical, pero un radical "presentable", un hombre que -por sus orígenes y fortuna personal- pertenecía a sus filas. Y el partido radical ya se dividía entre los incondicionales del viejo caudillo -los "personalistas"- y el grupo "azul", que rodeaba al presidente Alvear.

Documentos:

Nuestra verdadera vida. Blanca Duarte de Alvarez Rodriguez.


VER

Los esfuerzos de doña Juana permitían subsistir a la familia, aunque no sin estrecheces. No obstante, la pequeña María Eva -o Chola, según la apodaban- crecía dedicada a los juegos con sus hermanos, según correspondía a su corta edad, ajena a esas urgencias económicas. Urgencias que, sin embargo, también la alcanzaban: sería la suya una infancia de pocos juguetes, porque el presupuesto familiar no alcanzaba para eso.

Figura 18:
 
Juana Ibarguren, madre de Eva.

Pero los niños todo lo suplen con la imaginación y Eva la tenía: con sus hermanos Erminda y Juan inventaban juguetes y el terreno de la casa, limitado por un cerco de cina- cina, se convertía en mágico escenario de sus travesuras infantiles. "Allí jugaba a la mancha y a las escondidas, correteaba con su perro León, remontaba los barriletes que Juancito le armaba y sobre todo inventaba juegos.

 
 
Blanca, hermana de Eva. Fotos de: Sitio oficial de Evita Perón. (ver en sitio).

Un día, las dos hermanas ayudadas por Juan construyeron un circo. Instalaron un trapecio en unos paraísos al costado de la casa y con unos caballetes y un caña grueso armaron una especie de cuerda floja por la que se paseaban haciendo equilibrio. La función se completaba a menudo con Evita disfrazada de payaso, haciendo piruetas ...". (4).

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