(3) La muerte del padre

Pero ya a sus cortos años la realidad golpearía con dureza a la pequeña María Eva. En enero de 1926 -doña Juana recibió la noticia de que Juan Duarte había fallecido en un accidente automovilístico. Supo que los restos de su ex compañero -el padre de sus cinco hijos- serían velados en Chivilcoy y decidió concurrir en compañía de su prole.

Figura 19:
 
Eva en su primera comunión. Usaría el mismo traje de su hermana mayor.
 
 

No podía ignorar que su presencia provocaría un escándalo, un duro enfrentamiento con la familia legítima, probablemente escenas violentas y enojosas, acaso humillaciones que podía ahorrar a sus hijos. Sin embargo, no dudó en hacerse presente en el velatorio.

¿Qué sentimiento la impulsó? Tal vez el amor subsistía a pesar de la mala jugada del hombre que la había abandonado a su suerte. O bien se sintió obligada por motivos piadosos. Todo puede ser, pero parece mas plausible que con su presencia haya querido gritar su verdad en la cara de 'esa otra' sociedad, que se empeñaba en ignorarla.

Figura 20:
 
Foto familiar de la comunión de Eva.

Que la señalaba con un dedo acusador a ella y no juzgaba con idéntica severidad al hombre que había desamparado a sus hijos. En todo caso -y si así fuera- afloró allí el firme temperamento de doña Juana. Efectivamente, la presencia de Juana Ibarguren y sus hijos en el velorio provocó el previsible enfrentamiento con Estela Grisolía y toda la familia legal del muerto.

Hubo gritos destemplados y se le quiso negar el ingreso a la casa. Pero doña Juana no cedió: allí estaba y tendrían que admitirla. Finalmente intervienen voces serenas que persuaden, morigeran, pacifican los espíritus y a doña Juana se le permite que con sus hijos pueda acercarse al féretro y acompañarlo a su última morada.

"Es así que a Eva alguien la levanta y la aproxima al rostro de su padre para un beso de despedida. Después ella también marcha con sus pasitos cortos detrás del cortejo hasta que todos van subiendo a sus coches y ella con su madre y hermanos queda a pie en el camino del cementerio". (5).


Figura 21:

Eva (der) y Erminda en la niñez de Los Toldos.

Es probable que ese hecho, el incidente ocurrido en el velatorio de Duarte, le haya mostrado a la pequeña Eva en toda su crudeza la discriminación de que era objeto por su condición de hija ilegítima. La hipocresía de la sociedad pueblerina se ponía allí de manifiesto, pero además, había de por medio una cuestión de clase: doña Juana era una mujer de condición modesta, lo que la convertía en doblemente intrusa a la acaudalada familia de su marido. Y con toda probabilidad, la escena impresionó vivamente la sensibilidad de la niña.

Duración: 2 minutos
 
 
Velatorio de Juan Duarte, reconstrucción del film Eva Perón, de Juan Carlos Desanzo. Versión desmentida por la familia de Evita.

Tal vez de allí provenía esa natural aversión a toda forma de injusticia que Eva confesaría en la parte inicial de La razón de mi vida: "he hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida: ese sentimiento es mi 'indignación frente a la injusticia'. Desde que yo me acuerdo, cada injusticia me hace doler el alma como si me clavase algo en ella. De cada edad guardo un recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente". (6).

Sin embargo estos episodios sobre el velorio de Juan Duarte aceptados por la mayoría de los historiadores, serían desmentidos por la familia de Evita: "...Blanca y Erminda han desmentido esas versiones escandalosas. El hijo de Eloisa Duarte (su media hermana), Raúl Guillermo Muñoz, ha declarado delante de un escribano que las familias siempre mantuvieron relaciones cordiales." (1)

 

(1) Ser Evita © de Noemí Castiñeiras


Últimos tiempos en Viamonte

Tras el episodio de la muerte de Duarte la vida en General Viamonte se hizo más dura. Tanto por el chismorreo y el ambiente opresivo del pueblo pequeño como por los padecimientos económicos. Las necesidades apretaban y doña Juana debía prolongar su labor en la máquina de coser hasta altas horas de la noche. Las várices ulceraban sus piernas y le causaban grandes padecimientos, pero no cejaba en sus esfuerzos e inclusive desatendía su dolencia: "Cuando el médico le recomendaba descanso imprescindible para la curación, ella le replicaba vivamente: No tengo tiempo. Si descanso, ¿cómo trabajo, cómo vivimos?". (7).

Figura 22:
 
Interior de los talleres de la Anglo Argentine Tramway Company LTD. La situación de los trabajadores sería de indefensión total durante la Década Infame.

Algunos antiguos amigos de Duarte, ligados al partido conservador, lograron para Elisa -ya muchacha- un empleo en la oficina de Correo de General Viamonte. Juancito, por su parte, también comenzó a trabajar como mandadero en comercios del pueblo.

Los sueldos no eran altos, pero en algo aliviaban la situación. La hija mayor, Blanca, quería estudiar de maestra: lograría concretar ese anhelo en la Escuela Normal de Junín, ciudad a la que pronto se trasladaría la familia. En cuanto a Eva a la edad de ocho años ingresó a la escuela de Viamonte, en la que cursó los dos primeros grados de la enseñanza elemental. Cuando estaba haciendo el tercero doña Juana decidió abandonar el pueblo, dejando atrás buenos y malos recuerdos.

Una adolescente inquieta

En 1928 Yrigoyen había retornado a la presidencia, de la mano del voto popular. La oligarquía temblaba de indignación por el regreso de la "chusma": "Se había cambiado el lenguaje parlamentario usual por el habla soez de los suburbios y de los comités radicales. Las palabras que soltaban de sus bocas esos animales no habrían podido ser dichas nunca ni en una asamblea del África o del Asia. En el Congreso ya no se pronunciaban solamente discursos, sino que se rebuznaba".
Tal la opinión de un historiador de filiación conservadora acerca del gobierno radical (8).

Pero el "Peludo" ya estaba viejo y cansado. EI radicalismo era un movimiento de indudable raigambre nacional, pero a la vez era el producto de esa misma Argentina agroexportadora, cuyos límites no acertaría a superar. Por lo demás, su heterogénea composición ya había determinado una insanable división entre el ala oligárquica y alvearista y el sector adicto a Yrigoyen.

Figura 23:
 
Periódicos incentivando el golpe contra Irigoyen.

La crisis del 29 se abatió sobre las economías occidentales. Se retrajeron las compras y las inversiones y en el año 30 el coletazo llegó a la hasta ayer próspera factoría. Toda la bonanza se derrumbaba como un castillo de naipes y el sistema mostraba sus llagas. Era el fin de una época. EI radicalismo y su caudillo no tenían respuestas para afrontar la crisis. Sí las tenía la oligarquía: era el momento de recuperar el poder político para poner a salvo lo que se pudiera y reacomodarse a la nueva situación. Así llegó el golpe militar de 1930 y el general Uriburu ocupó la presidencia. Eran los comienzos de la 'Década Infame'.

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