Llegó el día de los trabajadores. Desechando las indicaciones de los médicos y los consejos de Perón, Eva insistió en hacerse presente en la concentración organizada por la CGT en la Plaza de Mayo. Ulcerada por la radioterapia y víctima de intensos dolores, se exigió a sí misma un tremendo esfuerzo. Sin embargo, la vista de la multitud allí congregada obró sobre ella un milagro: por un momento pareció haber recobrado la energía de antes. El pueblo, que vivía pendiente de su salud, la vio una vez más y escuchó su palabra fervorosa.
Fue el último discurso que Evita pronunció en un acto público: "Mis queridos descamisados: otra vez estamos aquí reunidos los trabajadores del pueblo, las mujeres del pueblo; otra vez estamos los descamisados del pueblo en esta plaza histórica del 17 de octubre de 1945 para decirle y darle la respuesta al líder del pueblo que hoy, en sus últimas palabras dijo "quienes quieran oír que oigan; quienes quieran seguir que sigan".
“Aquí está la respuesta, mi general, es el pueblo, es el pueblo trabajador, es el pueblo humilde de la Patria, que aquí y en todo el país está de pie y lo seguirá a Perón (...) Lo seguirá contra la presión de los traidores de adentro y de afuera (...)"
“Y yo le pido a Dios que no les permita a esos insensatos levantar la mano contra Perón porque ¡Guay de ese día!, ¡Guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la Patria, muerta o viva, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista. Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bota oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora (...)”
Duración:
2:00 minutos |
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Evita en el acto del 1 de mayo de 1952. Ultimo discurso en la Plaza. |
“Yo quiero hablar hoy, a pesar de que el general me pide que sea breve, porque yo quiero que mi pueblo sepa que estamos dispuestos a morir por Perón, y que sepan los traidores que ya no vendremos aquí a decirle ¡Presente! a Perón, como el 28 de septiembre, sino que iremos a hacernos justicia por nuestras propias manos". (7)
Fue un discurso tremendo, que consumió visiblemente sus energías. El mismo Perón insistía para que terminara. Pero ella se sentía urgida, impulsada por la certeza de su escaso tiempo vital. El intento golpista de Menéndez la había conmovido hondamente e intuía que no se trataba de un hecho aislado. Presentía que se avecinaban tiempos difíciles y que, tal vez, ella ya no estaría junto a Perón. Sabía que había quienes esperaban con alivio su muerte. Por eso alzaba su voz, segura de que -aún ausente- su nombre sería una bandera de lucha para los trabajadores.
Notas
1- Otelo Borroni y Roberto Vacca. "La vida de Eva Perón" Tomo I (Galerna, 1970) pag. 272.
2- Ibid. pag. 273.
3- Testimonio de David Viñas, citado por Borronl y Vacca en Op. Cit. pag. 296.
4- Marysa Navarro. "Evita" (Corregidor, 1981) pag. 291.
5- Testimonio de Atilio Renzi en Borroni y Vacca, Op. Cit. pag. 299.
6- Ibid. pag. 299.
7-lbld. pags. 278/279.