Se atribuye a los Coroneles Anaya, representante de Campo de Mayo; González y Carlos Vélez, hombres del todavía desconocido G.O.U., una participación decisiva en la confección del nuevo gabinete. El G.O.U. crecerá en silencio. El nombre de Farrell será propuesto por los gouistas. Anaya debió conformarse con la cartera de Instrucción Pública. En Relaciones Exteriores era conveniente una figura poco resistida, por tanto el vicealmirante Storni, aliadófilo, cubrió esa cartera.
Por otra parte, González, tenía interés en ubicar en el Ministerio del Interior a otro gouista: el coronel Alberto Gilbert. Para el Ministerio de Obras Públicas quedó designado el vicealmirante Ismael Galíndez quedando reemplazado Pistarini, que como hemos visto era germanófilo. En Hacienda el Doctor Jorge Santamarina; en marina, contralmirante Benito Sueyro; en Agricultura, Diego L. Mason que completa el gabinete.
¿Por qué Perón, podemos preguntarnos, no fue nombrado en un puesto de lucha más importante si fue uno de los “cinco coroneles”? El era el estratega de la revolución.
Respondiéndonos dice: “A mi no me convenía. Yo sabía que las revoluciones empiezan con esas cositas que se gastan, pavadas, cosas políticas… En los primeros tiempos hay que estar lejos de la zona de fuego… De otra parte, yo ya tenía la intención de dar a nuestra revolución un fuerte contenido social. No quería que nuestra revolución se limitara a un cambio de nombres en el Gobierno y después quedara igual o peor que antes.
Había que darle un contenido. Yo por entonces les dejé que empezaran a tropezar unos con otros y me quedé de jefe de Estado Mayor de la Primera División”. Aplica el principio de Economía de Fuerzas, es un conocedor de los tiempos políticos, mientras continúa con su trabajo, sin prisa pero sin pausa.
Ramírez ratifica como vicepresidente al contralmirante Saba H. Sueyro. La revolución fue interpretada de diversos modos fuera del ámbito militar.
Para los nacionalistas era vista como nacionalista, aunque con alguna “broma del duende” como diría José L. Torres. Los radicales entendían que era “su” revolución si recordamos que Ramírez había sido su posible candidato presidencial. Los de Acción Argentina y Junta de la Victoria veían que hombres de simpatías aliadófilas como Storni, Santamarina, Galíndez y Anaya estaban en el gabinete.
Los neutralistas estaban conformes con Ramírez en la primera magistratura, González en la Secretaría General; y Farrell, Gilbert y Sueyro neutralistas estaban en el gabinete. Había de todo y para todos. La revolución no tenía apoyo popular, pero tampoco oposición: sólo expectativas.
Desde ya que no hubo problemas para el reconocimiento: Brasil, Bolivia, Chile y Paraguay lo hicieron el 9 de junio; España Italia y Alemania el 10; Estados Unidos, Inglaterra el 11, como así también las demás Repúblicas Americanas.
Reconocido por la Corte Suprema de Justicia, el 7 a las 19 horas, Ramírez juraba ante “el pueblo” que se movilizó a la Plaza de Mayo. Sólo los diarios de la tarde habían mencionado la ceremonia, y la concurrencia, que no fue muy numerosa, vivó a la democracia y a la soberanía.
El 8 de junio el general Farrell designó a Perón como jefe de la Secretaría del Ministerio de Guerra, que en la práctica era el cargo equivalente al de Subsecretario de Guerra. El teniente coronel Domingo Mercante es nombrado oficial mayor del mismo Ministerio y el teniente coronel Oscar Uriondo en la secretaría privada; el coronel Miguel Montes es designado en un cargo similar al de Mercante, pero en el Ministerio del Interior. El GOU va tomando posiciones estratégicas que le permiten manejar los resortes de decisión del aparato estatal. Sus movimientos parecen por momentos de precisión computarizada.
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Asunción y Jura del General Ramírez, entre los asistentes: El Coronel Perón. |
El coronel Perón, es mencionado por vez primera en las crónicas de los diarios del 8 de junio, así en “La Nación”, “La Prensa” y el vespertino “La Razón”, que al comentar la noticia sobre la primera reunión de prensa concedida por el ministro Farrell, expresa: “El coronel Perón secundó al general Farrell en la Inspección de Tropas de Montaña, y por breves días ejerció el cargo de Jefe de Estado Mayor de la Primera División de Ejército. Además, el coronel Perón, que goza de singular prestigio en el ejército, ha dictado cátedras en la Escuela Superior de Guerra y en la Escuela de Guerra Naval”.
Las primeras medidas del gobierno aparecen como contradictorias. Propio del detritus ideológico del gabinete. Así, mientras el ministro Storni suspendía el 10 de junio, el lenguaje en código en los comunicados internacionales, lo que perjudicaba únicamente a la legación de Alemania; el Ministerio del Interior, con Gilbert y Montes, clausuraba el periódico comunista “La Hora”, sin considerar que la Unión Soviética defendía la “libertad y la democracia!.
El 25 de junio el gobierno revolucionario nombra al coronel Carlos A. Gómez, interventor en la Dirección de Tierras del Ministerio de Agricultura, quedando bien ante los nacionalistas y produce a la vez un acercamiento al radicalismo intransigente al designar al doctor Santiago H. Castillo como presidente de la Corporación de Transporte de la Ciudad de Buenos Aires.
El mismo día 25, la prensa difundió una declaración de la CGT Lista 1, donde apoya las medidas tomadas por el gobierno contra el agio y la especulación en los artículos de primera necesidad. Si bien la revolución de Junio “gana puntos en los sectores populares”, como bien dice Fermín Chávez, el pueblo no es protagonista del incipiente proceso revolucionario.
Hay apoyo, pero no son las masas populares las que conmovidas por las buenas intenciones del gobierno militar, participan activa y fervorosamente.
Perón, refiriéndose al movimiento de junio, expresaría tiempo después: “El pueblo no está allí como el 17 de octubre o el 24 de febrero… y aunque el ejército que lo acompañaba (a Perón) es parte del pueblo, no es todo el pueblo”.
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El presidente Ramirez visita la Boca. Recibe el saludo de Juan de Dios Filiberto y Quinquela Martín. |
Así, necesario es recordar que FORJA, en la jornada del 4 de junio, sale a la calle con una declaración en la cual siguen “con serenidad no exenta de esperanza la constitución de las nuevas autoridades nacionales, en cuanto las mismas surgen de un movimiento que derroca al “Régimen” y han adquirido compromiso de reparar la disolución moral en que se debatía nuestra política”.
Sin embargo, Arturo Jauretche y Oscar Meana, firmantes de esa declaración como presidente y secretario de FORJA, son detenidos por el gobierno de Ramírez por haber mantenido una ácida polémica con Giordano Bruno Genta, interventor de la Universidad del Litoral. Bruno Genta se consideraba “nacionalista”, pero su nacionalismo no estaba fundado en la comprensión del pueblo argentino, era de esos que entienden que hay naciones sin pueblo.
A su juicio “El nacionalismo verdadero no puede ser jamás populista ni desteñirse en un cristianismo aguachento”. Poco tiempo después FORJA dejaría de existir.
Comenta el historiador Pavón Pereira: “El rechazo de los forjistas, encabezados por Arturo Jauretche, a la línea pro-oligárquica que presiona dentro del gobierno de Ramírez, no es un mero problema de tipo ideológico: aquella línea de posturas reaccionarias en sus postulaciones políticas, preconiza la consolidación de una “auténtica aristocracia de la inteligencia”· y levanta la necesidad de “integrar la clase dirigente”.
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Mensaje de Alberto Gilbert Ministro del Interior |
En esas ideas se encierra el firme propósito de consolidar el proceso revolucionario a espaldas del pueblo; la militancia forjista no puede aceptar ese camino. Tampoco puede aceptarlo el coronel Perón, que simpatiza con las propuestas antiimperialistas y patrióticas de FORJA y que tiene un definido sentido popular, alimentado con sus experiencias en todas las latitudes de la Patria y en sus viajes de estudio en el extranjero”.