Puede considerarse que, en definitiva, hay dos concepciones universales de cultura: una lógica, iluminista, racionalista, y otra antropológica, vitalista, historicista, tan amplia y totalizadora que contiene incluso a la anterior. La primera considera cultura exclusivamente a los productos intelectuales, individuales o elitistas que tienen que ver con las llamadas bellas letras, con las artes, y con las ciencias.
La segunda, en cambio, abarca todo el espectro vital y circunstancial del hombre y de la comunidad a la que pertenece, conformando un estilo peculiar, la manera de ser tradicional, ·la identidad cultural de los pueblos, de cada pueblo, que es lo que determina la existencia histórico-política de una nación soberana, ya que sin soberanía cultural no hay soberanía de ninguna naturaleza. Las fronteras geográficas de un pueblo pueden ser vulneradas, pero ese pueblo no podrá ser sometido mientras persistan sus fronteras espirituales, mientras su identidad cultural no sea destruida. Cosa que justamente, han tratado y tratan permanentemente de hacer los imperialismos expoliadores, los neocolonialismos actuales a través de las transculturaciones dominantes para el sometimiento de los pueblos y su consiguiente explotación económica.
Ser, es ser culturalmente. Y esto es válido tanto para los hombres como para las comunidades nacionales, porque un pueblo sin identidad cultural no podrá ser nunca protagonista de la propia historia y, por ende, de la universal. Será llevado y traído a la deriva por las correntadas de las otras cosmovisiones, de las otras culturas.
A aquellas dos concepciones de cultura se han referido en los últimos años organismos de alta jerarquía intelectual y gestión ecuménica como la UNESCO y el Colegio Episcopal Latinoamericano. Este último, en su reunión de Puebla, México en 1979, con la egregia presencia de su Santidad, el papa Juan Pablo 11, se pronunció sobre el tema de la siguiente manera "Con la palabra cultura se indica el modo particular cómo, en un pueblo, los hombres cultivan su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios, de modo que puedan llegar a un nivel verdadera y plenamente humano. Es el estilo de vida que caracteriza a los diversos pueblos: por ello se habla de pluralidad de culturas. La cultura así entendida ABARCA LA TOTALIDAD DE LA VIDA DE UN PUEBLO, el conjunto de valores que la animan y de desvalores que lo debilitan y que, al ser participados en común por sus miembros, los reúne en base a una MISMA CONCIENCIA COLECTIVA. La cultura comprende, así mismo ,las formas a través de las cuales aquellos valores o desvalores se expresan o configuran, es decir las costumbres, la lengua, las instituciones y estructuras de convivencia social cuando no son impedidas o reprimidas por la intervención de otras culturas dominantes ... La cultura es una realidad histórica y social." Coincidente con esto, la UNESCO se pronuncia con estas afirmaciones: "La cultura definida únicamente a partir de criterios estéticos no expresa la realidad de otras formas culturales.
Hay una tendencia unánime en favor de una definición socioantropológica de la cultura que abarque rasgos existentes, es decir, concretos de pueblos enteros: los modos de vida y producción, los sistemas de valores, las opiniones y creencias, etc. La cultura comprende las esferas SOCIOLOGICA, ECONOMICA, POLITICA, TECNOLOGICA, CIENTIFICA y ESPIRITUAL; de ahí la imposibilidad de aplicar una política válida para todos los países". Y de ahí también, diríamos en el caso argentino, la incapacidad de la concepción y de la instrumentación de la cultura liberal que nos rige desde hace más de un siglo, reducida exclusivamente a lo intelectual y material y, por eso, desbordada ampliamente por la cultura vital de nuestro pueblo al que, como consecuencia, no puede interpretar en su totalidad cualitativa.
En su "Modelo Argentino" el general Perón dice con respecto a este tema prioritario: "Todo argentino que, a través de una actitud libresca y elitista, asimile las pautas culturales de ambas potencias, ya sea asumiendo una actitud competitiva y tecnocrática del hombre, como una interpretación marxista de los valores de la cultura, trabaja deliberada o inconcientemente para que la sinarquía cercene irreparablemente nuestra vocación de autonomía espiritual y obstruya interminablemente la formación de una auténtica cultura nacional". Y también, destacando la importancia fundamental de la cultura como instrumento forjador y sustentador del ser y de la unión nacionales, asevera: "La importancia que cobra este ámbito en la conformación de una comunidad madura y autóctona es enorme, al punto que me atrevo a decir QUE CONSTITUYE UNA ESPECIE DE RED QUE CONECTA LOS AMBITOS ECONOMICOS , POLITICO Y SOCIAL".
Entender, además, desde el peronismo, a la cultura exclusivamente como espectáculo cultural es situarse fuera de lo sustancial y determinante del pensamiento cultural peronista, en lo simplemente anecdótico e instrumental, incluso peligrosamente desviacionista de los verdaderos fundamentos u objetivos.
El peronismo es, por revolucionario y emancipador de la patria, del hombre argentino-americano y de su vida, un original movimiento cultural. Porque vino -y viene- a desalojar los principios colonizantes y a reinstalar, a reafirmar los fundamentos de la nacionalidad que le confiere protagonismo universal.
Como doctrina abarcadora de todas las instancias vitales plantea y practica su propia teoría estética, con la alusión también, a las categorías generales con que opera en el territorio totalista, o totalizador, de la cultura.