Un entorno de paniaguados
Por José María Rosa
Fue, para decirlo en apretada síntesis un descuido de Perón y un error de la Iglesia al magnificarlo. Perón desgraciadamente no la tenía al lado a Evita. Si la hubiera tenido no pasaba eso. Estaba muy aislado, y rodeado de gente inferior.
Empezó con un problema minúsculo: Perón tenía simpatía a la Unión de Estudiantes Secundarios y el arzobispo de Córdoba había contrapuesto una Unión de Estudiantes Católicos. Había roces entre ambas entidades, que los enemigos del peronismo -y el arzobispo lo era – se encargaban de magnificar. Perón protestó contra el arzobispo y contra los "malos curas". Y en su entorno de paniaguados corrió la voz: “hay que estar contra los curas”.
Los periodistas comunistas que habían conseguido infiltrarse en los diarios oficiales, por convencimiento o para perturbar, se lanzan a una campaña de agravios y dibujos ofensivos. Estoy seguro que Perón ni se dio cuenta, ni atinó a frenar a lo que decían sus hombres y sus diputados. A un hombre solo, aislado, se le hace muy difícil gobernar cuando no tiene buenos consejeros. Toma por opinión pública lo que se encargan de decirle los interesados.
Ese desencuentro era fundamental para los adversarios de la Iglesia Católica. No sé si con la intención de arrastrar al peronismo a un anticlericalismo pasado de mano, y que nunca existió entre nosotros fuera de pequeños grupos que nada significan ni en calidad ni en cantidad. Pero tampoco estuvo inteligente la jerarquía eclesiástica que debió no echar leña a la hoguera. Debió acercarse a Perón, no magnificar la campaña.
Recuerdo la procesión de Corpus; yo la presencié. Por curiosidad yo siempre voy a los lugares donde va a pasar algo, o yo creo que va a pasar. Debe ser por sentido histórico. En ese Corpus estaba la plaza llena de gente. No eran católicos. Había socialistas, comunistas, todo el mundo. Se les había prohibido a los monseñores Tato y Novoa que salieran a la calle en procesión para evitar manifestaciones políticas, que ésta se hiciera dentro de la Catedral. Ellos desobedecieron y al incurrir en desobediencia fueron expulsados.
De allí se dijo que Perón había incurrido en excomunión automática por haber ejercido violencia en un obispo. No era cierto. Entre nosotros regía aún el patronato eclesiástico (en realidad rige constitucionalmente porque Onganía que no era gobernante constitucional fue quien, por católico "ultramontano", lo borró de un plumazo).
Pero eso fue más tarde. En aquella época el jefe del Estado Argentino, como en todo Estado donde rige el patronato, no podía ser excomulgado ni automáticamente ni por un obispo. Un jefe patronal es una cosa sería: algo así como un vicario Apostólico, que no puede mantener su independencia si lo traban con excomuniones.
Solamente, y por causas muy fundadas, que tienen que ver con el culto, un Papa podría hacerlo, y aún eso se discute. "Poner las manos", como se dice, en un obispo, no es causa de excomunión en un país patronal. Sino, la Junta de Mayo de 1810 estaría excomulgada, porque apresó y casi fusiló a monseñor Orellana, obispo de Córdoba; y Belgrano porque apresó al obispo de Salta, y San Martín porque metió preso al Arzobispo de Lima y lo devolvió a España.