El 29 de setiembre Perón pronuncia un discurso en la CGT, expresando conceptos inequívocos: "La religión debe practicarse fuera de las organizaciones sindicales. Yo recuerdo, cuando vine aquí, que había sindicatos de oficios varios. Había también sindicatos religiosos. ¿Qué tiene que ver la religión con esto? Así como los trabajadores no se meten con la religión, ésta no debe meterse con la organización sindical. .. Que hagan política o religión en su casa, pero no en la organización donde todos somos iguales".
Poco tiempo después Hugo di Pietro, secretario adjunto de la CGT, se referirá a la "infiltración clerical" en las organizaciones del pueblo. Por esos días se hacen públicas las críticas de diversas organizaciones católicas a las actividades de la UES, y el 17 de octubre, en Plaza de Mayo, Perón responde en términos severos a esos ataques.
Pero la ruptura definitiva se precipita en noviembre, en el curso de una reunión de gobernadores llevada a cabo en la Residencia Presidencial de Olivos, a la que asisten Perón, Tessaire y los miembros del gabinete nacional, además de legisladores y dirigentes de la CGT. El primer mandatario pronuncia un discurso criticando duramente a la Acción Católica y denunciando las actividades de algunos sacerdotes en contra del gobierno: "¿Dónde se producen con mayor virulencia estas cosas? en tres partes, hasta ahora: Córdoba, La Rioja y Santa Fe.
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Manifestación anticlerical. |
Es curioso: los tres obispos sindicados como abiertos enemigos del gobierno son precisamente los tres obispos de esas provincias. “Nosotros no necesitamos averiguar mucho; nos basta solamente con lo expuesto aquí y los nombres que se han dado y que voy a repetir ahora para que los conozcan bien ... ".Y Perón pasa revista a las situaciones provinciales en relación con las actitudes del clero, identificando a los sacerdotes opositores.
Para finalizar dice: "Para nosotros, esto no pasa de estos individuos. Aquí hay como 16.000 integrantes del clero. ¿Cómo vamos a hacer una cuestión porque haya 20 o 30 que sean opositores? ( ... ) Tienen razón la jerarquía eclesiástica cuando me dice que no es la Iglesia sino algunos curas descarriados de la Iglesia. Nosotros vamos a ayudarlos para que los pongan en su lugar y trataremos de descarriarlos para otro lado que no sea el nuestro. Eso es todo".
Aunque sobre el final Perón pareció restar importancia al tema, varias organizaciones gremiales y partidarias se hacen eco de sus palabras: se habla de "la oligarquía que se oculta tras las sotanas". En Córdoba se produce la detención de algunos sacerdotes.
El Episcopado no tarda en responder, manifestando "estupor y asombro" y un "vivo dolor ante la sindicación hecha de tres beneméritos y dilectos hermanos nuestros en el Episcopado como abiertos enemigos del gobierno".
¿Qué ha movido a Perón a pronunciarse en términos tan duros? Según queda evidenciado en su discurso, no ignora que muchos sacerdotes claman contra el gobierno desde el púlpito, sosteniendo que debe elegirse entre la religión y el peronismo.
Sabe que esa prédica resuena con insistencia en oídos militares. En lo sucesivo, el gobierno impulsa una serie de medidas que terminan de resquebrajar las relaciones con la Iglesia.
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Enfrentamientos frente a la Catedral Metropolitana. |
En diciembre se envía al Congreso el proyecto de ley que instituye el Bien de Familia, con una modificación de Diputados que incluye la disolución del vínculo matrimonial a pedido de los cónyuges, transcurrido un año desde el divorcio.
“...ningún gobierno en la historia de la república dió jamás un puesto más preeminente a la iglesia argentina que lo que le ha dado el gobierno peronista... |
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25 de noviembre de 1954. Discurso de Perón en un acto convocado en el Luna Park. |
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También -por decreto- se faculta a los gobiernos provinciales y al municipio de la Capital para permitir la actividad de "los establecimientos a los que se refiere la Ley de Profilaxis Social": se trata de los prostíbulos, eliminados tiempo atrás.
El Ministerio de Educación propicia el decreto que elimina la Educación Religiosa y la Inspección General de Enseñanza Religiosa. Asimismo, son suprimidos los aportes estatales a la enseñanza privada.
Algunas de las medidas -aunque opinables- admiten un fondo progresista. Otras -como la apertura de los prostíbulos, que no llegó a materializarse carecen de toda justificación razonable, más aún adoptadas por un gobierno que se ha ocupado de dignificar la condición femenina. En general, la ausencia de debate previo y de preparación de la opinión pública, dejan lugar a la impresión de que forman parte de una ofensiva contra la iglesia.
El peronismo contaba con una sólida mayoría y no puede pensarse que el Partido Demócrata Cristiano representara una amenaza real. Si parte de la actividad opositora se ocultaba en la Iglesia, y aún si ciertos prelados asumían actitudes conspirativas, precipitar un conflicto abierto no haría más que favorecer la polarización, sumando elementos a la oposición y colocando en una encrucijada a muchos peronistas, que eran católicos sinceros.
Era entregar una bandera de lucha a los enemigos, con especial poder de convocatoria en el seno de las fuerzas armadas, por si fuera poco. Perón conocía bastante su país- y también la institución militar- como para que todo eso le pasara desapercibido. ¿Qué le hizo, pues caer en la trampa, dejarse arrastrar a la provocación?
Puede pensarse que Perón no planificó el conflicto. Tal vez actuó al principio sin medir del todo las consecuencias de sus actos y se vio inmerso luego en el problema. Tras sus primeros ataques verbales al clero, el conflicto fue agravado por las iniciativas de algunos funcionarios del gobierno. Tal la opinión de José María Rosa, que transcribimos en Más allá de la Historia en éste mismo capítulo. Con respecto a la soledad e Perón, son muchos los que sitúan tras la muerte de Eva el crecimiento de ciertas tendencias anticlericales en el peronismo.
Suelen atribuir a Alberto Tessaire - presidente del Consejo Superior Peronista y de supuesta filiación masónica- y al ministro de educación Armando Méndez San Martín, las responsabilidades en ese sentido.
El último de los nombrados, de creciente influencia en el gobierno, fue el inspirador de buena parte de las medidas de corte laicista adoptadas por esos días. En cambio, no habría sido partidario del profundizar el enfrentamiento el ministro del interior Angel Borrlenghi, quien tras la reunión de gobernadores de noviembre reflexionó: "Perón realmente ha enfrentado a la Iglesia sin ninguna necesidad; esto en el mejor de los casos no suma, resta".
Pero si faltó visión al gobierno, no cabe duda que el enfrentamiento fue alimentado también desde el bando opuesto. Las alas extremas de la Iglesia compartían idéntica aversión por el peronismo. Para los católicos liberales se trataba de un totalitarismo fascistizante. Para el nacionalismo católico de derecha, sus tendencias colectivistas lo situaban en la antesala del marxismo. Estos últimos, con bastante influencia en sectores jóvenes de las fuerzas armadas, presentaban al peronismo como una fuerza corruptora de las costumbres, que amenazaba disolver las jerarquías sociales. Y a Perón como la encarnación del "Anticristo", al que sería obra santa eliminar.
La guerra estaba declarada. Al promediar 1955 el conflicto retomaría vigor. En el mes de mayo, un grupo de legisladores peronistas de extracción gremial da entrada a la cámara de Diputados a un proyecto de convocatoria a convención constituyente, para establecer la reforma que separe la Iglesia del Estado.
La leyes aprobadas en esa cámara, con la oposición del bloque radical (a pesar de la arraigada tradición laica de ese partido). También llegará la aprobación de Senadores, pero la reforma no llegará a materializarse porque ambas cámaras aprobarán un proyecto del diputado Osear Albrieu, prorrogando por 180 días la convocatoria a elecciones de constituyentes. Con toda evidencia, a esa altura el gobierno procuraba atemperar la situación.
Pero otro episodio vendría a atizar el fuego. Era previsible que la tradicional procesión de Corpus Christi adquiriría una significación netamente política y nuclearía a toda la oposición. La suposición se convirtió en certidumbre cuando el Episcopado anunció que la procesión sería trasladada del día de la celebración - 9 de junio- al sábado 11.
El viernes 10, el Ministerio del Interior citó a los monseñores Manuel Tato y Ramón Novoa, para comunicarles que la pertinente autorización era válida para el jueves 9 y no se hacía extensiva al sábado 11, como erróneamente lo había supuesto el episcopado. No sería posible, pues, realizar la procesión.
La Iglesia desacató la advertencia y mantuvo la convocatoria para el sábado. Ese día, la Plaza de Mayo apareció ocupada por una nutrida guardia policial que, sin embargo, fue retirada más tarde para evitar incidentes. A la hora señalada, miles de personas se fueron reuniendo en las adyacencias de la Catedral.
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Manifestación de Corpus Christi. |
Concluido el oficio religioso, gran parte de los concurrentes marchó encolumnado hacia el Congreso a lo largo de la Avenida de Mayo. Si bien la Acción Católica parecía organizar la manifestación, a nadie pasaba inadvertida la presencia mayoritaria de representantes de toda la oposición política: radicales, conservadores, socialistas y comunistas, Todos los matices ideológicos estaban presentes como en la Marcha de la Libertad esta vez bajo la advocación de la Iglesia y en contra del gobierno.
Todo se desarrollaba sin violencias, pero al arribar los manifestantes al Congreso tuvo lugar un confuso episodio que tendría repercusión. En ese clima de fuertes consignas antigubernamentales, en apariencia, algunos de los concurrentes intentaron apagar con las astas de las banderas que llevaban, las lámparas votivas que ardían en honor de Eva Perón.
Una de esas banderas se habría quemado, siendo rápidamente apagada. Pero un agente de policía, testigo del hecho, habría informado a su comisaría. Deseosos de poner de manifiesto su eficiencia -y al no poder hallar la prueba-, el comisario decidió "construir" la evidencia: se quemó deliberadamente una bandera, que más tarde sería exhibida públicamente.
El gobierno no desaprovechó lo sucedido: Perón y el ministro del Interior pudieron mostrar la prueba del agravio inferido, responsabilizando a los manifestantes de la Acción Católica, a los que también se acusaría de otros atentados y desmanes producidos el 11 de junio.
Mientras el Congreso realizaba una sesión de desagravio, monseñor Tato negaba en forma terminante las acusaciones, en Conferencia de Prensa. Mientras la prensa adicta al gobierno emprende una dura campaña en contra de la jerarquía eclesiástica, un decreto del Poder ejecutivo - previo acuerdo de ministros- exonera de sus cargos a los monseñores Tato y Novoa. En confuso episodio ambos prelados abandonan precipitadamente el país. Se dirá que han sido detenidos y expulsados.
Aunque no es posible aclarar de quién provino la orden pertinente. Posteriormente, Perón insistiría en que no hubo tal expulsión, -considerándose por lo tanto, eximido de la excomunión con que, la Sagrada Congregación Consistorial del Vaticano, castigó a los responsables de los agravios inferidos a los prelados, La tensión había llegado a un punto sin retorno, y faltaban pocas horas para que se produjeran sucesos muchos más graves aún.
“Una vez más nuestra lucha inquebrantable por la liberación del pueblo argentino nos enfrenta con la reacción... |
Audio 13 de junio de 1955. Juan Perón desde su residencia, a raíz de los sucesos acaecidos en la festividad de Corpus Christi. |
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