La pulseada entre Perón y Vandor se definiría en abril de 1966, con motivo de realizarse elecciones de gobernador en la provincia de Mendoza. El general apelaría, una vez más, a un expediente que siempre le había dado buenos resultados: el pronunciamiento popular por encima de los acuerdos entre dirigentes.
El candidato que contaba con el visto bueno de Vandor era Alberto Serú García, del Movimiento Popular Mendocino, apoyado por tres agrupaciones identificadas con el peronismo. Por su parte, Isabel procuraba imponer a su propio candidato, Corvalán Nanclares.
Dos días antes de la elección, Perón envió la orden grabada de votar por Corvalán. Su palabra bastó para que el grueso de los votos peronistas abandonaran a Serú García y sostuvieran al candidato señalado.
La gobernación fue ganada por el conservador Emilio Jofré, que obtuvo 178.000 votos, segundo fue el candidato ungido por Perón con 102.000, tercero el radicalismo con 88.000, y relegado a un cuarto puesto quedó el favorito de Vandor, con 62.000 sufragios.
La conclusión emergente de las elecciones mendocinas era clara: al precio de dividir sus fuerzas, Perón había demostrado que su autoridad estaba intacta y el favor popular seguía acompañándolo.
También para Vandor estaba todo claro. Aunque su dominio de la estructura sindical pudiera sostenerlo, la fuerza de Perón residía en la voluntad popular. Mientras ésta pudiera manifestarse libremente, su liderazgo sería indisputable. Eso quedaría confirmado una vez más, sin duda, cuando se llevaran a cabo las próximas elecciones de gobernador, previstas para 1967.
Había un sólo camino para eliminar a Perón de la escena: un golpe militar que suprimiera las periódicas consultas populares. En cambio, el poder sindical ligado a las grandes industrias, se consolidaría de la mano de un régimen eficiente, que modernizara rápidamente las estructuras productivas del país.
El testimonio de otro dirigente sindical, Miguel Gazzera, da cuenta de los contactos anudados por Vandor por aquellos días: "Un día Vandor me relató sus conversaciones con los militares que preparaban el golpe contra Illia, Informado por él, seguía la evolución de la intriga, y una tarde recibí una invitación para concurrir a la Cámara de Diputados. En esa reunión se encontraban los amigos de Vandor, sindicalistas y políticos, y se discutía el golpe de Estado "nacionalista" contra Illia".
Aunque los planes de lucha de la CGT habían disminuido en su intensidad, a fines de 1965 y principios de 1966 se producirían numerosos conflictos aislados de considerable gravedad.
Un largo conflicto de empleados municipales de la Capital Federal, requirió la mediación del cardenal Caggiano y sirvió para producir considerable deterioro en la imagen del intendente, Francisco Rabanal, así como en la del dirigente de ese sindicato, Francisco Pérez Leirós.
Se produjeron paros de los trabajadores de Luz y Fuerza en esta última ciudad. También hubo atentados contra diversos talleres gráficos durante una huelga de este gremio.
En la provincia de Tucumán, recrudecieron las acciones llevadas a cabo por la FOTIA. Llegó a producirse un asalto a la Compañía Azucarera Tucumana y la ocupación de la Casa de Gobierno, en medio de diversos incidentes. Atilio Santillán, dirigente del citado gremio, amenazó con la creación de un "ejército de trabajadores".
La multitud -y en algunos casos la virulencia- de los conflictos laborales, produjo no poca inquietud en los medios patronales y empresarios. Se acusaba al gobierno de permanecer pasivo frente a los "atentados a la propiedad ajena" perpetrados por el sindicalismo.
Cuando la Cámara de Diputados discutió -y aprobó- una nueva ley de despidos, que disponía el incremento de las indemnizaciones, las organizaciones patronales se rasgaron las vestiduras. La Sociedad Rural, la Unión Industrial, ACIEL y otras entidades similares, hablaron de la "colectivización totalitaria" promovida por el sindicalismo con la anuencia del gobierno. Fue tal la presión, que el Poder Ejecutivo terminó vetando la norma legal.
Sin embargo, la celebración del 17 de octubre de 1965 había sido duramente reprimida por fuerzas policiales. Durante los incidentes se produjo la muerte de tres militantes: Mussi, Retamar y Méndez.
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Represión al acto del 17 de octubre de 1965 en Parque Patricios. Durante los incidentes se produjo la muerte de tres militantes: Mussi, Retamar y Méndez. |