(2) EL problema peronista

Claro está que para que todo esto fuera posible, se requería el consentimiento del peronismo. O más bien, el propio Perón, que ya había demostrado suficientemente que no podía eludírselo.

Figura 6:
 
El ex presidente de Colombia General Rojas Pinilla visita a Perón en Madrid.

Este debía presentarse a negociar, y comenzar por condenar en forma inequívoca la acción de la guerrilla que invocaba su nombre. A cambio, Lanusse ofrecía al peronismo el levantamiento de toda proscripción y la seducción que para los dirigentes significaría la participación en el gobierno.

Figura 7:
 
Pintadas revolucionarias en las calles de Córdoba.

Con relación a Perón parecía decidido a tomar el toro por las astas. “En este problema de Juan Perón pienso ir mucho más allá de lo que ustedes se atreven a imaginar”, había dicho a los dirigentes sindicales que lo entrevistaron en Abril. Partía de su arraigada convicción de que el líder justicialista era “ambicioso y corrupto”, y por lo tanto, fácil de tentar mediante ciertas ventajas y compensaciones materiales.

Duración: 20 segundos
 
 
La apertura política de Lanusse. 
 
 

También estaba persuadido de que Perón no se atrevía –o no deseaba – regresar a la Argentina, y que prefería largamente la comodidad de su exilio madrileño.

Pero pronto se vería que las cosas no eran tan fáciles como Lanusse suponía. 

Figura 8:
 
Tapa de la revista Panorama

La misión secreta del Coronel Cornicelli -ya referida- no arrojó resultado alguno. Perón no dijo ni que sí ni que no, y se negó a impugnar la acción de la guerrilla. Cuando en el mes de Abril, la dirigencia peronista en pleno concurrió a Madrid en busca de instrucciones, el general pareció dispuesto a aceptar la oferta y facultó a Paladino para iniciar conversaciones con el ministro Mor Roig, al tiempo que instruía al sector gremial en el sentido de aminorar la presión sobre el gobierno.

Figura 9:
 
Lanusse recibe a Salvador Allende que viajó para la transmisión del mando.
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