El 11 de enero los convencionales peronistas se reunieron con el presidente en la residencia de Olivos. Evita también asistió, aunque llegó más tarde. Perón dio lectura al proyecto de reforma elaborado por José Figuerola, secretario técnico de la Presidencia. Al llegar al artículo 77, que posibilitaba la reelección del presidente, observó:
"Aquí el partido, aún contra mi voluntad, ha colocado al final del artículo, en reemplazo de 'y no pueden ser reelegidos sino con intervalo de un período', 'y pueden ser reelegidos'.
Es indudable que doctrinariamente este es un artículo de la Constitución que corresponde que sea así (...) por una simple razón: porque si el pueblo elige, debe elegir sin ninguna limitación, absolutamente ninguna limitación... " (4).
La interrupción cosechó aplausos, pero Perón continuó: "Ahora, en el aspecto personal, se imaginarán que yo reservo opinión en lo que a mí se refiere. Yo no sólo no voy a poder aceptar una segunda presidencia, sino que no creo que quede en condiciones de aceptar una reelección (...). El desgaste es extraordinario. Por esa razón, para mí esto no representa ningún compromiso. Creo que en nuestro movimiento hay hombres capaces, que pueden reemplazarme con ventaja". (5).
Después continuó el análisis de la reforma, aunque el tema de la reelección era un interrogante para todos. Ya antes -en1948- Perón se había manifestado en contra. No convencidos, algunos convencionales regresaron a Olivos a fines de enero: Perón reiteró su oposición. "Yo dejaría todo como está", les dijo.
En el peronismo había opiniones encontradas: nadie dudaba que la reelección de Perón contaba con el favor popular, pero los partidarios de Mercante miraban con agrado la eventual posibilidad de que el gobernador bonaerense fuera el próximo candidato.
De todas formas, obedientes a lo manifestado por el presidente, retiraron ese punta del proyecto de reforma y así lo anunciaron los diarios a principios de febrero. La oposición, que no se resignaba a un nuevo período, se apresuró a festejar.
Mucho se ha especulado sobre el tema. Se ha dicho que Perón, en realidad, quería ser reelegido pero no aparecer él mismo propiciando la iniciativa. Ya fuere esto cierto, o sinceras sus manifestaciones en contrario, lo concreto es que fue Evita quien dio al traste con todas las discusiones y enfrió las esperanzas de opositores y "mercantistas": se puso en contacto con el convencional -y diputado- Miel Asquía y le ordenó incluir nuevamente la modificación del artículo 77.
Los diarios debieron rectificar las noticias anteriores y la CGT declaró que la reelección era el "unánime deseo de la clase trabajadora". Ya no había dudas para nadie: Perón gobernaría un nuevo período.