Mientras tanto, el 24 de enero la Convención Constituyente había iniciado su labor. En la primera sesión se designó presidente a Mercante y se aprobó una invitación -cuestionada por los radicales- para que Perón hablara ante el cuerpo. Así lo hizo tres días más tarde, fundamentando la necesidad de la reforma.
El 1° de febrero hubo nuevos choques. La Fundación había donado a la Convención
un cuadro de San Martín, una Biblia, tres banderas argentinas y un sillón
destinado al presidente de la Asamblea: éste último tenía un retrato de Perón
en su respaldo.
Por supuesto, al considerarse la aceptación del donativo, los convencionales radicales objetaron que la fotografía del presidente de la Nación presidiera las deliberaciones.
El 15 de febrero hubo una nueva reunión, para tratar la impugnación de la
bancada radical. La expuso el convencional Amilcar Mercader y le respondió
-por el peronismo- Berraz Montyn.
El debate, correctamente conducido por Mercante, fue mutuamente respetuoso y de excelente nivel. Posteriormente se hizo un paréntesis, para que los diversos proyectos (todos de origen peronista) pasaran a comisión.
El 8 de marzo se reanudó el debate. A pedido de Visca se aprobó el tratamiento
sobre tablas del despacho de la comisión.
Duración:
2:30 minutos |
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Legislación laboral en la nueva Constitución. Relato de Juan Perón. |
Arturo Sampay -mentor del mismo- lo expuso largamente. Tras la intervención de otros oradores, le tocó el turno a Moisés Lebensohn, presidente del bloque radical.
Duración:
3:00 minutos |
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17 de Octubre de 1949. Habla Eva Perón. |
Como era previsible, centró su artillería en el tema de la reelección. En el curso del debate, el mismo Sampay reconoció el carácter excepcional de la situación que daba lugar a la necesidad de la reelección de Perón: con habilidad, Lebensohn aprovechó el argumento para afirmar que la reforma se hacía "para el presidente de la República".
Luego, y en medio de una gritería que Mercante sólo controló a duras penas, los convencionales radicales abandonaron el recinto, según lo tenían decidido previamente. "La representación radical desiste de seguir permaneciendo en este debate, que constituye una farsa... ", sentenció Lebensohn antes de retirarse (6).