A poco de la reunión del Cervantes, Eva comenzó a seleccionar un grupo de mujeres que colaborarían con ella en la tarea. Las denominó delegadas censistas, porque deberían levantar un censo de mujeres peronistas en todo el país, a fin de posibilitar su ingreso al partido. Una vez efectuado el relevamiento, el cometido principal seria organizar unidades básicas y dejarlas en funcionamiento.
Se trataba de jóvenes mujeres que, en su mayor parte, habían colaborado con Eva en la Fundación y gozaban de su confianza. Carecían de experiencia política pero habrían de suplirla con entusiasmo y voluntad. En su mayoría eran maestras, enfermeras y amas de casa, que deberían abandonar sus actividades habituales y viajar a puntos distantes y desconocidos.
Había una responsable para cada provincia y territorio nacional, como también para la Capital Federal. Las designadas eran: Catalina Allen (Buenos Aires), Luisa Komel (Santa Fe), Juana Larrauri (Entre Ríos), Cecilia Argumedo (Corrientes), Elsa Chamorro Alamán (Córdoba), María Renard (Santiago del Estero), Blanca Elena de Rodríguez (San Luis), Teresa Gibelli (Mendoza), Trinidad Coronel (San Juan), Delfina de Molina (Catamarca), Juana Acordo Beraza (La Rioja), Ana Macri (Tucumán), Hilda Nélida Castañeira (Salta), María Isabel Parravicini (Jujuy), María Isabel de Solveyra Casares (Chaco), Susana Miguez (Chubut), Sara Rodriguez Alderete (Formosa), Matilde Dora Gaeta de Iturbe (La Pampa), Elena Fernícola (Misiones), Clementina Palumbo (Neuquén), María Rosaura Isla (Río Negro), Ana María García Ronzio (Santa Cruz) y Teresa Adelina Fiora (Capital Federal).
La última de las nombradas era una íntima colaboradora de Evita, que dirigía la Escuela de Enfermeras de la Fundación. Ella llevó a cabo la organización en la Capital, levantó el censo y logró inaugurar la sede metropolitana en octubre de 1949. En enero de1950 existía ya la primera unidad básica femenina en un barrio de viviendas obreras.
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