(3) El último adiós

El cuerpo de Eva fue depositado en el ataúd, cubierto con la bandera argentina. En sus manos cruzadas fue colocado el rosario obsequiado por el Papa Pío XII.


Gran cantidad de gente había pernoctado en los alrededores de la residencia presidencial para ver pasar el féretro, obstaculizando el paso de la ambulancia de la Fundación que lo conducía, cuando esta abandonó los jardines de la mansión.

Figura 1:
 
El cuerpo de Eva fue depositado en el ataúd, cubierto con la bandera argentina. En sus manos cruzadas fue colocado el rosario obsequiado por el Papa Pío XII.

El diario 'La Prensa' del 28 de julio hacía el relato del trayecto hacia el ministerio de Trabajo: "A las seis ya era imposible transitar por la calle Agüero así como el desplazamiento por la Avenida Libertador hasta Callao. Eran las 9.30 horas cuando se aproximaron al féretro las integrantes de la Comisión Nacional del Partido Peronista Femenino para despedir a su jefa.

Figura 1:
 
“La capilla ardiente destaca con sobriedad en medio del recinto, bajo un dosel formado por banderas argentinas y crespones, colocados alternativamente, que penden del techo de la cámara. En el testero del catafalco se colocó un crucifijo de marfil, plata y oro, entre los dos grandes cirios, teniendo como fondo el emblema nacional, cruzado por una banda de crespón. Más atrás, como cabezales, aparecen emergiendo del muro, dos grandes escudos peronistas, iluminados con luz difusa, símbolos de la fe civil, que se agregan a los símbolos de la fe cristiana, para completar la alegoría de una vida de predestinación superior, tronchada en holocausto de su pueblo”. (Diario La Prensa)

Inmediatamente después, el general Perón, su secretario privado, Juan Duarte, el gobernador de Buenos Aires, Carlos Aloé, el secretario general de la CGT, José Espejo, el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Héctor Cámpora, el subsecretario de Informaciones, Raúl Apold y el administrador de la residencia, Atilio Renzi, tomaron el ataúd que introdujeron hasta una ambulancia de la Fundación Eva Perón que poco después se puso en marcha hacia el Ministerio de Trabajo y Previsión. Detrás, salía un automóvil ocupado por el presidente de la Nación y el cortejo fúnebre" (5).

Duración: 2 minutos
 
 
Escenas de dolor popular en la capilla ardiente del Ministerio de trabajo.
 


La caravana llegó hasta el edificio por la avenida Julio A. Roca, deteniéndose en la intersección con Perú. La calle estaba parcialmente cubierta de coronas y ofrendas florales, que ya no cabían en el interior. Una verdadera multitud ocupaba las adyacencias, en un radio de diez cuadras.

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“Mientras la columna interminable pasa lentamente, se suceden escenas de intensa emoción popular: hombres y mujeres con niños pequeños en los brazos se aproximan al féretro para besarlo con unción...” “...El pueblo desfila así mudo y angustiado ante los despojos de su Capitana, para grabar en la memoria la imagen de su más alta veneración...” (Diario La Prensa)

Perón recibió en la entrada el saludo y el pésame de ministros y funcionarios del gobierno. Luego, caminaron todos hacia la capilla ardiente, ubicada en el hall central. EI féretro fue colocado sobre un promontorio, enmarcado por un crucifijo de oro, plata y marfil y dos candelabros.

Documentos:
La muerte de Evita:
“el mito Eva Peron” y los trabajadores argentinos.
Por el Lic. Roberto Baschetti

VER


Detrás, se verá la bandera argentina con un crespón negro. El cadáver estaba ubicado dentro de una caja de cedro tallada de laureles y con un revestimiento de láminas de cobre. Levantada la tapa, podía observarse el cuerpo de Eva a través de un cristal.

Figura 1:
 
“En los barrios de la ciudad, del Gran Buenos Aires y del interior se levantaron pequeños e improvisados oratorios -"altares cívicos"- con cajones que mostraban el retrato de Evita rodeado de flores y una vela encendida, ante los cuales oraban vecinos y paseantes”. (Diario La Prensa)

Cadetes de la Escuela y el Liceo Militar, junto con alumnos de las Escuelas de Artes y Oficios Raggio, montaban una guardia de honor. También lo hacía una delegación de representantes sindicales, renovada cada quince minutos.

Poco más tarde se hizo presente el arzobispo de la arquidiócesis de Buenos Aires, monseñor Tato, para oficiar un responso. Por su parte, el padre Hernán Benítez, confesor de Eva, celebró una misa de cuerpo presente.

Figura 1:
 
“Eva Perón fue la más dulce y alentadora expresión de una Nueva Argentina que vencía y superaba para siempre las viejas injusticias y las inhumanas explotaciones. En todos los hogares su nombre fue bendecido por grandes y chicos. Por los grandes en el emocionado agradecimiento, dicho sin reparos y con toda la fuerza de la sinceridad criolla. Por los chicos, en el lenguaje encantador de la media lengua que aprende a silabear el nombre de Evita como el de un personaje de leyendas y maravillas. Casi como el de una santa. Porque en la pureza y simplicidad de la fe campesina, el nombre de Evita, su imagen familiar y querida, está entre los santos, en el rincón sagrado del hogar, donde se enciende la lámpara votiva de los seres supraterrenos”. (Diario La Prensa)

"Poco después del mediodía, comenzaron a desfilar los hombres y mujeres, ancianos y niños que habían esperado desde temprano el momento de ver a Evita. Subían en doble fila por un lado de la escalinata, se detenían un minuto frente al ataúd, rodeado de claveles blancos, y luego bajaban el otro lado. Algunos lo tocaban apenas, con un gesto ligero.


Otros se inclinaban para besar el cristal. Los había también que se persignaban, enjugándose los ojos, y muchos eran los que estallaban en incontrolables crisis de llanto. Se aproximaba entonces algún cadete o una enfermera de la Fundación y los llevaba a una sala cercana donde funcionaba permanentemente una dotación de auxilio de la Fundación.

Duración: 5 minutos
 
 
Capilla ardiente del Ministerio de Trabajo. Evita Inmortal . Secretaría de Prensa y Difusión.


Llegaban ojerosos porque no habían dormido, empapados porque habían estado parados bajo la lluvia durante horas, compartiendo un diario o un paraguas. Siguieron viniendo toda la noche, el día siguiente en que también llovió a partir de las once y así lo hicieron sin parar durante trece días" (6).

Figura 1:
 
Innumerables ofrendas florales tapizaban las paredes y veredas del Ministerio de Trabajo.

Mientras el público fluía incesantemente, el doctor Ara observaba el cadáver con un largavista desde la cúpula del vestíbulo central. Cuando las visitas se interrumpían, después de las 24, efectuaba un examen más detallado, preocupado por los resultados de su trabajo ante la eventual prolongación del velatorio, que a su juicio no debería durar más de quince días: ese era el lapso por el cual garantizaba el proceso de conservación realizado.

Figura 1:
 
Bajo la lluvia, filas de hasta 35 cuadras de largo aguardaban para ver por última vez a Evita. Una de las colas llegaba desde la diagonal Julio A. Roca hasta la esquina de Entre Ríos y Belgrano; otra cubría la calle Perú, bordeaba la Plaza de Mayo y continuaba por Paseo Colón. Otra, por avenida de Mayo y 9 de Julio llegaba hasta la Plaza de la República.

Su inquietud se justificaba, porque la enorme cantidad de gente que pugnaba por ingresar a la capilla ardiente había hecho pensar a Perón en la necesidad de extender el velatorio durante varios días más: EI presidente permanecía muchas horas en el ministerio, de pie junto al ataúd o en un salón cercano, recibiendo el saludo de distintos funcionarios o representantes de gobierno extranjeros.


Notas

1- Félix Luna- "Perón y su tiempo" Tomo II - (Sudamericana,1986) pag. 268/269.
2- Testimonio de Alfredo Gómez Morales, citado por Luna, Op. Cit. pag. 274/275.
3- Diario "Democracia" del 27/7/52, citado por Marysa Navarro, "Evita" (Corregidor, 1981) pag. 302.
4- Testimonio de Florencio Soto, citado por Otelo Borroni y Roberto Vacca - "La vida de Eva Perón" Tomo I (Galerna, 1970) pag.325.
5- Reproducido en Borroni y Vacca, Op. Cit. pag. 318.
6- Marysa Navarro, Op. Cit. pag. 304/305.

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