Son los últimos días del agitado octubre. El 21, el presidente Ramírez firma la incorporación de González a su gabinete, dando rango ministerial al cargo de secretario de la presidencia y el 27, el coronel Perón, que le alcanzaba el tiempo para todo, se hace nombrar presidente del Departamento Nacional de Trabajo con retención de su puesto en el Ministerio de Guerra.
Ramírez y González ven en este hecho una manera de alejar a Perón del GOU, pues debería ahora cumplir con una densa y burocrática función. Pensaban en un fracaso rotundo del coronel. Es necesario recordar que Gianni se había hecho cargo del Departamento Nacional del Trabajo a principios de julio y que el gobierno había clausurado la sede de la CGT Nº 2 el día 21 del mes mencionado y que en agosto fue nombrado interventor el capitán de navío R. Pujol de la Unión Ferroviaria y la Fraternidad; que eran las dos organizaciones mayoritarias que daban forma a la CGT Nº 1.
El Departamento Nacional del Trabajo, se limitaba, hasta la llegada de Perón, a datos estadísticos y resolver algunos conflictos con una óptica netamente patronal. La mayoría de los trabajadores no estaban agremiados, pues el sindicalismo era “libre” y los gremios, agrupados en confederaciones, enemigas entre sí, estaban en manos socialistas, anarquistas o comunistas que anteponían sus ideas políticas a los intereses de los trabajadores.
La Segunda Guerra Mundial, cuando el aniquilamiento fabril británico produce un considerable renacimiento industrial. Buenos Aires y sus adyacencias, así como otras ciudades, vio llenarse de fábricas que eran abastecedoras de la demanda interna y también de países limítrofes. Este fenómeno de industrialización ha de producir una corriente de emigración interna hacia las grandes ciudades, entre las cuales se distinguía Buenos Aires.
Los relativos “buenos salarios”pagados en la fábrica, sumados a las durísimas condiciones del trabajo agrícola, trajeron como consecuencia la emigración de los hombres del interior hasta el litoral. Así, Buenos Aires se llenó de “cabecitas negras”, mote peyorativo que los hijos de inmigrantes europeos dieron a los emigrantes criollos.
Perón, el 27 de octubre a las cinco de la tarde se hace presente en el Departamento Nacional de Trabajo, que está instalado en el viejo edificio del Club del Progreso.
“Nadie lo espera —comenta Pavón Pereira—, ni siquiera el presidente de esa institución, coronel Gianni, que lo recibe con visibles muestras de desconcierto, sobre todo cuando Perón, dejando de lado las formalidades, dirige la palabra a los empleados y a las personas congregadas en ese momento para realizar trámites “Dice un breve discurso para luego reunirse con los jefes de secciones y divisiones que conforman el Departamento. Desata el paquete: visita las oficinas estadísticas y estudia los ficheros, observa las máquinas tabuladores; recorre minuciosamente todos y cada uno de los rincones del viejo Departamento.
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La Secretaría de Trabajo y Previsión. Propaganda oficial de la época. |
Un colaborador de Perón, Stafforini, comenta: “Muy poco después de la llegada de Perón, nos dimos cuenta de que el edificio del Club del Progreso, donde estábamos ubicados, no era apropiado para la jerarquía que él quería darle a la política laboral y a las organizaciones sindicales. Perón le pidió al general Pertiné, que entonces era intendente municipal, el edificio del Consejo Deliberante, que estaba desocupado. Tengo entendido que Pertiné le dijo que no, porque se trataba de un bien municipal y no podía albergar a una repartición nacional.
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La Secretaría de Trabajo y Previsión. Relato de Juan Perón |
Perón me preguntó si conocía la teoría del fatto compluto, o sea hecho consumado en italiano. Le dije que sí, que la conocía, y que era lo que teníamos que hacer en este caso. “aprovechamos un sábado y un domingo, nos trasladamos enfrente y después vamos a ver que pasa con Pertiné”.
Así pasamos a trabajar en el edificio del Concejo Deliberante”. Perón era un militar y no estaba ligado a los intereses del capitalismo, por tanto podía ayudar a los trabajadores desde el Departamento, así que sus primeros esfuerzos estuvieron orientados a la búsqueda de la unificación de los obreros. José Figuerola, graduado en las Universidades de Madrid y Barcelona, abogado y estadígrafo, se convierte en uno de los colaboradores más estrechos de Perón.
Dice Fermín Chávez: “Según el lugar común que impusieron entre nosotros los autores socialistas, Figuerola aportó a Perón “ideas corporativas”, las que se sumaron al “esquema fascista observado por Perón durante su misión en Italia y el avance del nazismo dentro del Ejército Argentino”.
A tales aseveraciones cabe observar que Figuerola estaba muy lejos de ser un teórico de las ideas corporativas, —continúa Chavez— y que si Perón hubiese necesitado del susodicho esquema fascista hubiera pedido la colaboración de quienes, dentro del nacionalismo argentino, habían estudiado el sistema corporativo y lo habían divulgado entre 1940 y 1943. El principal de ellos era el doctor Héctor Bernardo, colaborador de la revista Nueva Política y autor de uno de los primeros libros sobre el tema”.
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Audio Reportaje a Juan Perón Por Tomás Eloy Martinez. Duración: 7:00 minutos |
El trabajo de Perón, no fue de gabinete o elaboración doctrinaria. La realidad era la argamasa con la que trabajaba. Encuentra apoyo decisivo para su proyecto porque da respuesta a las reivindicaciones de los trabajadores. En política —diría Perón— nadie regala nada. Así todos los juicios aventurados darían por tierra cuando el 27 de noviembre, treinta días después de asumir el Departamento, creaba la Secretaría de Trabajo y Previsión, dependiente de la Presidencia de la República.
El día primero de diciembre, Perón, nombrado titular del flamante organismo, comenzaría la era de la justicia social en la Argentina. El día 2 de diciembre Perón inició su discurso, transmitido por la red de radiodifusión en el que expresó: “El tiempo que estuve al frente del ex Departamento Nacional del Trabajo he podido encarar y ahondar objetivamente en los problemas gremiales. De ellos los que se han resuelto, lo han sido por acuerdo entre patrones y obreros (…). El Estado se mantenía alejado de la población trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber. Sólo tomaba contacto en forma aislada, cuando el temor de ver turbado el orden aparente de la calle, le obligaba a descender de la torre de marfil de su abstencionismo suicida.
No advertían los gobernantes que la indiferencia adoptada ante las contiendas sociales facilitaba la propagación de esta rebeldía, porque era precisamente el olvido de los deberes patronales que libre de la tutela estatal, sometían a los trabajadores a la única ley de su conveniencia”.
Eran los hechos de Perón los que serán advertidos por el pueblo por tanto
será necesario terminar el año sin sindicalistas presos. Así, después de cabildeos
y movimientos febriles, los aviones del ejército transportarán a los dirigentes
obreros liberados. Fue antes de la Navidad.
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Audio del acto de designación de Perón al frente de la Secretaría de trabajo y Previsión. Palabras del Presidente Ramirez y del Coronel Perón. |
Los comunistas eran los más reacios al diálogo con el coronel, a quien consideraban un “nazi fascista”, teniendo como consecuencia encontronazos fuertes. Recuerda Mercante: “Un día lo sacó con cajas destempladas del Ministerio a Rubens Iscaro”.
Su diálogo fue amplio y se extendió a muchos dirigentes, sobre todo del radicalismo; así mencionaremos: Oscar López Serrot; César Guillot; Francisco Ratto; Alejandro Leloir; Homero Manzi; Gabriel Oddone, Ricardo Balbín. Así también los forjistas, donde destacamos a Francisco Capelli y Arturo Jauretche que cumplieron importantes misiones de enlace político.
Pronto, Perón, ganaría el apoyo del líder mercantil Angel G. Borlenghi. La nómina de los que entendieron el momento político con Perón será siempre incompleta; así Monsalvo, Gay, Orozco, Soto, Andreotti, Mariano Tedesco, Cipriano Reyes, Aurelio Hernandez, etc.
El influjo carismático de Perón comienza a ser palpado, aún más, por los trabajadores que concurren, día a día, a la Secretaría de Trabajo y Previsión; cuartel general de quienes pretenden una verdadera revolución.
“Cuando inicié el trabajo en la Secretaría de Trabajo y Previsión —comenta Perón—, le dije al presidente Farrell: Vea, aquí se han producido muchas revoluciones de carácter político, pero ninguna de carácter social. Y el problema argentino no es político, sino social. El descontento de los trabajadores es el que produce todas las alteraciones de orden público y hay que conformarlos para evitar esos conflictos y esas revoluciones. Creo que hay que darle a esta revolución un contenido social, y la única manera es haciendo intervenir a las masas populares en la vida del país. Farrell comprendió y me contestó: “Vaya ud y hágalo”.
Tuve entonces libertad absoluta para proceder dentro de esa idea que fue aceptada y empecé a ejecutar”.