En la tarde del 19 unas 250.000 personas, pese a la falta de tranvías (hicieron huelga) constituyeron el éxito de la movilización. El diario TIMES de Londres exageró la cifra, pues estimó en 500.000 el número de concurrentes. Cantando la “Marsellesa”, damas y caballeros de distintos colores políticos recorrieron Callao desde el Congreso hasta Plaza Francia; mezclados estaban los carteles con los retratos de Sarmiento, Mitre, Rivadavia, Echeverría, Sáenz Peña.
La gran columna, encabezada por Rodolfo Ghioldi, Pedro Chiaranti, Ernesto Giudice, Juan José Real, Alfredo Palacios, Santamarina, Pinedo, Joaquín Anchorena, José María Cantilo, Gabriel Oddone, Eustaquio Méndez Delfino, coreaban diversos estribillos: “hoy hacemos el cajón para Farrell y Perón” y una adaptación de “La cucaracha”: “Perón y Farrell/ Perón y Farrell ya no pueden gobernar/ porque no tienen/ porque les falta/ el apoyo popular”.
Se consideraban el todo social, el “apoyo popular” necesario para todo gobierno “democrático”. Ellos eran el pueblo; hasta Alfredo Palacios creía con sinceridad que los obreros paralizarían las fábricas por la Constitución y la Libertad.
Bajo un cartel con la esfinge de Rivadavia, Braden se unió a la manifestación en Plaza Francia; 96 horas después dejaría el país para asumir las funciones en el Departamento de Estado. ¿y Perón? Estaba en Callao y Viamonte —por donde estaba obligado el paso de la manifestación— y sólo ordenó cerrar ventanas y visillos para evitar provocaciones.
“Yo me voy a dormir —recuerdo el coronel Tanco que dijo Perón—; Uds. Miren, calculen y después me informan”.
En mensaje radial el día 22, dirigido a los trabajadores de Salta, Perón hizo un llamamiento a la unidad y a la organización para profundizar los planes de la Secretaría de Trabajo y Previsión: “Los trabajadores del campo y las ciudades han de unirse para vencer a la oligarquía. Propugnamos el campo propio. La tierra debe ser del que la trabaja y no del que la explota. Ello lo hará la reforma agraria ya iniciada. El obrero industrial y comercial, como el obrero campesino, debe obtener todas las mejoras de nuestro plan. Para ello debe unirse con la Secretaría de Trabajo y Previsión, y juntos todos cortaremos una a una las numerosas cabezas de las serpientes que nos amenazan. O cae la oligarquía o caemos nosotros. Ese es el dilema”.
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La marcha de la libertad. |
En el discurso se traduce un conocimiento profundo de la realidad que abarca también el conocimiento del enemigo que esta dispuesto a todo. Veinticuatro horas más tarde se conoce públicamente un manifiesto firmado por Almirantes, Contralmirantes y Capitanes de Navío que después de solicitar la urgente convocatoria a Elecciones demanda: “no permitir continuidades ni fabricar sucesiones; no tolerar que, directa o indirectamente se apoyen candidaturas desde las esferas oficiales, y mucho menos aún, que ellas surjan del propio seno del gobierno, abierta o encubiertamente”.
La agitación continúa. El 24 Rawson intenta la sublevación de la IV División de Infantería. Contaba con la certeza que iniciado el fuego habría de propagarse rápidamente. No podemos olvidar que Rawson estuvo presente el 19 en Plaza Francia y creía ser parte del “apoyo popular”. El levantamiento fue un fracaso rotundo.
El coronel Perón ordenó el reemplazo del General Osvaldo Martín; su detención así como también la de Rawson por medio del general Ambrosio Vago. Ante la sedición, el día 26, el gobierno restablece el estado de sitio que se había levantado a principio de agosto. Las autoridades universitarias cierran los establecimientos en señal de protesta por la represión y los estudiantes toman los edificios lanzando proclamas revolucionarias.
La resistencia contra Perón en el ámbito castrense se focaliza en la Escuela Superior de Guerra y en Campo de Mayo incluso —según Potash— en la Escuela, el profesor de logística, Teniente Coronel Manuel Mora llegó a organizar un plan para asesinar a Perón.
El 3 de octubre, Perón dirige la palabra a los ferroviarios de Remedios de Escalada: “Marchamos al ritmo de la evolución que el mundo señala. Por eso en el futuro seremos invencibles. Nuestra causa está ya ganada. No importa quién nos combate, ni las armas que emplee, ello podrá prolongar la lucha pero no ha de lograr impedir esa victoria que palpamos y debemos cristalizar cualquiera sean los inconvenientes que debamos vencer, porque tenemos la verdad por escudo, y quien marcha con la verdad —lo he dicho alguna vez— no necesita espuelas”.
Resulta curioso que para Félix Luna este discurso fuese “apagado y poco imaginativo”. “Es probable —como bien dice Fermín Chavez— que así resultase por entonces a los jóvenes fubistas que andaban tomando facultades para el Frente Popular.
A juicio de Perón, según testimonio del coronel Juan Giordano, las voces de Campo de Mayo, que lo consideraban persona poco grata, eran parte del movimiento inspirado por el Doctor Sabattini, siendo intermediario el Teniente Coronel Cuaranta que a su vez había convencido al General Avalos.
El antiperonismo se fortifica y grita más fuerte después del éxito obtenido en la Marcha de la Constitución y la Libertad. Campo de Mayo y la Escuela entienden que ha llegado la hora de destituir a Perón que estaba desprestigiado ante “todo el mundo” después de sus andanzas con los obreros y políticos que habían hecho de su actuar un plebeyismo insoportable para la Revolución.