No estaba estipulado, pero era una regla amanecer en el edificio de Perú e Hipólito Yrigoyen. “Existía entre nosotros —dice Perón— la pasión de hacer; la pasión de remediar males. De modo que a cualquier parte que fuéramos, terminábamos siempre en lo mismo. Eva no tenía horas; trabajaba permanentemente.
No sé de dónde sacaba tan fantástica resistencia. Acaso le daba fuerzas la mística de su fanatismo. Como yo salía de la residencia presidencial a las seis en punto de la mañana (pues nunca a lo largo de diez años dejé de estar en la Casa de Gobierno después de las seis y veinte de la mañana), y como Evita regresaba muy tarde de su trabajo agotador, yo me acostaba antes de que ella llegara.
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Testimonio actual de un beneficiario de la Fundación. Filmado en el Museo Evita de la Ciudad de Buenos Aires, antiguo Hogar de Tránsito N2 de la Fundación. De: Ramón Carrillo. El médico del pueblo. (Más información.) |
Y dormíamos en habitaciones separadas para que no me despertara a medianoche al regresar. Yo, generalmente, le escribía una cartita y se la dejaba en la cama para cuando viniera ella. Esta actividad iba minando su salud día a día. Yo veía que se deformaba; que andaba con anemia; quería evitar que trabajara tanto, pero era imposible”.
Angel Peralta, dirigente vitivinícola, nos da su testimonio sobre la labor de Evita: “al salir muy tarde de su despacho, nos tomábamos un taxi porque el coche de la presidencia ya no estaba. Llegábamos con Evita a la residencia. A veces eran las cinco. Perón como buen militar, ya estaba levantado. Para que no la retara por trabajar tanto nos escondíamos tras un cortinado hasta que Perón se iba. Después mientras desayunábamos, seguíamos tratando problemas sindicales. Luego Evita se retiraba a descansar, pero no dormía más de dos ó tres horas”.
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Aviación sanitaria, fundada en 1948. |
Cuando la violentaba una injusticia era sumamente expeditiva: así, no dudaba en tomar recurso alguno para solucionar problemas. “Era común —comenta Pavón Pereira— que cuando alguna delegación de humildes la visitaba para pedirle ayuda muy urgente ella saliera con sus visitantes al vestíbulo donde pacientemente hacían “amansadora” ministros, secretarios y altos funcionarios de gobierno y dijera: “Miren: en este momento no tengo dinero, pero aquí hay señores que sí lo tienen: Y dirigiéndose a los funcionarios, les decía “ahí tienen una bandeja. El pueblo necesita lo que ustedes tienen. El gobierno a ustedes les está pagando, así que dejen allí lo que puedan”.
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Evita en su despacho en la Fundación. |
La herramienta de trabajo que con mayor generosidad entrega Eva a las humildes mujeres que van a la Secretaría de Trabajo son las máquinas de coser. En una oportunidad se había presentado una viejita ante quienes concedían las audiencias. La viejita ya había estado en otra oportunidad y los empleados les dicen:
“—Mire abuela. La señora no podrá recibirla hoy, tiene mucho trabajo.
“—Yo no quiero nada… Sólo quería verla a Evita. Por favor déjeme verla…”
Con el oído atento, Evita llegó a escuchar el diálogo. Salió a la sala de espera e hizo pasar a la anciana, que al salir del despacho lleva consigo una máquina de coser. Finalizando la jornada, quien estaba a cargo de las audiencias le dice a Evita: “Perdone, señora… Yo no quería dejar pasar a la viejita porque en este mes ya ha venido dos veces y aprovechándose de su bondad ha conseguido dos máquinas de coser en vez de una. Se aprovecha de su bondad, señora”.
Evita con tristeza pero con energía le responde: “Mirá… a estas pobres, durante siglos les han negado todo… todo, ¿entendés? Y ahora, vos te hacés problema porque agarra dos veces una misma cosa; al fin y al cabo sólo lleva un instrumento de trabajo”.
Poco tiempo después una visitadora comprueba que Evita no había sido defraudada, pues la madre y la hija trabajaban incansablemente en ambas máquinas. Hay quienes reducen la entrega de Eva a dinero, juguetes o máquinas de coser.
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Tren Sanitario. Eva Perón. Recorre las partes más alejadas del país en triple función asistencial, sanitaria y social. Equipado con usina propia, sala de cirugía, sala de odontología, sala de traumatología y sala de radiografías, laboratorio de análisis clínico, vagón farmacia y microcine. |
Cierta vez, una mujer chaqueña, muy humilde se presentó con sus hijos: “Mi marido se escapó de casa, Evita”. Eva no duda. Toma el teléfono y llama al jefe de policía: “Ubíqueme ya mismo a ese atorrante y tráigamelo a Buenos Aires”. Posteriormente llevó a los cinco niños —cuyo pie estaba lleno de costras— a la Residencia y los baña, y ayuda a curar, y cuando la policía trae al progenitor, es Evita que junta al marido y la mujer, a puertas cerradas y salen reconciliados después de un sermón largo.
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La Fundación. Eva Perón Relato de Juan Perón. |