Si hablamos de cambio revolucionarios no podemos dejar de mencionar a los tribunales de trabajo que modificaron sustancialmente las relaciones entre los trabajadores y sus empleadores. A partir de estos tribunales, los trabajadores comenzaron a sentirse seguros en el terreno jurídico, compensándose así, muchos años de despojos, caracterizados por una justicia lenta y llena de chicanas, que terminaba siempre con una sentencia a favor del empleador, ya sea porque ganaba por cansancio o por transacciones que el trabajador se vera obligada a aceptar por necesidad.
"Con una instancia conciliatoria previa a la etapa judicial, -comenta Perón- juzgados que tenían a su cargo el impulso procesal y cámaras de apelaciones en diversos puntos del país, los tribunales laborales terminaron con la ficción del Código Civil que suponía la igualdad de condiciones entre patrones y obreros. Más aún: al imponerse el principio del "favor operai", cualquier caso de duda se resolvía en beneficio de los trabajadores".
Al iniciar la labor de dichos tribunales Perón diría: "Deseamos hacer un llamado a la clase trabajadora del país, para que tenga confianza en nuestra justicia del trabajo, para que tenga fe en las resoluciones que ella establezca, que serán siempre justicieras y leales; para que cada uno de los trabajadores argentinos sienta en su corazón, como lo sentimos nosotros, el deseo de apoyar a nuestros jueces con todas las fuerzas y con toda la colaboración que podamos prestarles, para que ellos puedan cumplir de la mejor manera con su difícil misión, convencidos de que hemos dado un paso trascendental y decisivo para las futuras relaciones del trabajo, de que hemos hecho una obra de bien que va a beneficiar a un sin número de trabajadores y de patronos argentinos; y también, de que las leyes del trabajo desde hoy en adelante no podrán ser violadas ni violentadas por nadie, ya que tenemos por delante la majestad de una justicia que obedecer y la majestad de esa misma justicia que defender con nuestros propios actos".
El significado de los tribunales podríamos resumirlo del siguiente modo: en principio, la creación de un fuero especial para la atención de los conflictos laborales que significó dotar a la justicia de un procedimiento rápido y gratuito así como también adicionó una magistratura especializada con un criterio y sensibilidad particular. Por otra parte la vieja ley de despido (11.729) protegía sólo a un pequeño núcleo de empleados de comercio.
“La paz resultará una utopía mientras la injusticia, la miseria y la indignidad puedan quedarse en las comunidades humanas” |
Audio Eva Perón: Los derechos de la ancianidad |
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La justicia laboral, por la vía simple de su interpretación jurisprudencial amplió sus beneficios a todo el conjunto de trabajadores dependientes, incluyendo a los empleados y obreros de todas las actividades. Si se dice que en los orígenes floreció la industria del despido, bajo el amparo de una justicia cuya venda tapaba un solo ojo y tendía por consiguiente a inclinar la balanza en beneficio del obrero, se exagera; y en ultima instancia, todo exceso se corrige con el transcurso del tiempo y, en materia de estabilidad laboral todos los trabajadores accedieron a un beneficio que anteriormente alcanzaba a una minoría. La norma no fue modificada, sino que se interpretó no ya su letra, sino el espíritu de la misma.
El Estado Justicialista siempre estuvo empeñado y trabajó en forma incansable para resolver todos los problemas de previsión social. El objetivo era sumamente claro, como entiende Perón, para que "pueda afirmarse algún día, que no existe un hombre que haya trabajado, que se encuentre a merced de la desgracia y de la desolación, sin que la acción del Estado llegue oportunamente para protegerlo y para ayudarlo en su desgracia". La Seguridad en la argentina hasta la llegada del peronismo, carecía de criterio unitario y de conocimiento de las realidades precisas.
“...Dejé mis sueños en los caminos para velar el sueño ajeno. Agoté mis fuerzas físicas para reanimar las fuerzas del hermano caído...” |
Audio Mensaje de fin de año de 1948. Eva Perón |
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No había organización alguna en este ámbito, solo anarquía, imperfección e inestabilidad. El porvenir de una Nación depende, en gran parte de la seguridad social de los habitantes. Sin embargo tanto la asistencia como la seguridad social tal como se ejercieron antes del justicialismo, eran hechos aislados, producidos por Asociaciones de Beneficencia, por patronos o por el Estado, que conducía a una dispersión de esfuerzos y medios.
En cuanto al aspecto de la acción social, desde el advenimiento del justicialismo, se llevó a la asistencia social un concepto de mutualismo de Estado. El significado es simple: el salario del trabajador debe servir para comer, vivir, y habitar dignamente; los accidentes de la vida como: enfermedades, invalidez o vejez deben estar a cargo del Estado. La ayuda a los necesitados era comprendida desde una óptica que armonizaba lo colectivo y lo individual. Primaba la voluntad de hacer: construcción de viviendas, la educación, la salud pública, que entendían desde una Cama en un hospital hasta un regalo de Reyes...
La Fundación Eva Perón, a la cual ya nos hemos referido fue la mas importante de las instituciones que tenían a cargo estas actividades y llenaba sentidas necesidades humanas que no podían ser resueltas por medio de instituciones formales. Así la fundación encaró la construcción de Colonias de Vacaciones, Proveedurías, Hogares para Ancianos, Hogares de Tránsito, Policlínicos, Ciudades Infantiles, Escuelas, Escuelas de Enfermeras, etc.
En la Ciudad Infantil de la Capital Federal, inaugurada en abril de 1949, podían hospedarse hasta 110 niños y tenía capacidad para alimentar a cuatrocientos cincuenta. La ciudad Estudiantil, inaugurada hacia octubre de 1951, en Capital Federal, alojaba otro importante contingente de estudiantes. La Fundación, sostenía un hogar para niñas en la calle Warnes y otro para varones en la calle México de la Capital Federal. Quinientas pensionistas eran alojadas en el Hogar de la Empleada, sita en Avda. de Mayo al 80 y allí se alimentaban más de 1500 bocas, repartidas en tres turnos abonando insignificantes precios.
Las actividades mencionadas se complementaban con las realizadas por el Ministerio de Salud Pública anteriormente Secretaría -dirigido por Ramón Carrillo. La Revista Mundo Peronista informaba que hacia 1946 había en existencia unas 66.000 camas disponibles en los establecimientos asistenciales del país, es decir a razón de cuatro camas por cada mil habitantes y hacia 1954 la proporción se había elevado a 7 camas por cada mil habitantes.
Hoy nadie duda que las construcciones hospitalarias gozaron de un gran impulso; y la medicina asistencial logró luchas eficaces contra la tuberculosis, el paludismo y otras enfermedades infecciosas y endémicas. Se modernizaron los hospitales existentes y se construyeron cuatro más. Fueron reformados los hospitales para tuberculosos de Santa Marfa y Funes, y se construyeron los de Valleguay y Córdoba. Los enfermos del mal de Hannsen dispusieron de un sanatorio que se edificó en Diamante. Se amplió la colonia de Open Door y se modernizó el asilo de Oliva y el Hospital de Mercedes; estos últimos establecimientos dedicados a la atención de enfermos mentales.
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Conferencia Interamericana de Seguridad Social de 1951. |
Los Sindicatos no se quedaron atrás, pues construyeron sus propios policlínicos: el Ferroviario Central Presidente Perón, fue un ejemplo del avance técnico al que se había llegado, pero los bancarios no hicieron menos, ni los obreros del vidrio, ni los de Obras sanitarias... etc. Los préstamos del sistema bancario oficial, fueron utilizados por los sindicatos para efectivizar el turismo de sus afiliados, así como también proveedurías, atención médica, etc.
Así es que puede comprenderse cómo fueron quedando atrás las cooperativas socialistas y las modestas mutuales de "los tiempos heroicos". Paralelo a ello los sindicatos desarrollaban todo su poderío en compra de grandes hoteles y almacenes para sus afiliados. Toda esta obra imposible de borrar con el tiempo, siguen estando ahí como testimonio de una época floreciente.