(3) El intento golpista del General Menéndez 

Es muy posible que la candidatura de Eva acelerara los planes golpistas en el Ejército. Pero también, la muestra de fuerza que significó el Cabildo Abierto contribuiría a aislarlos, al afirmar la autoridad del régimen ante las Fuerzas Armadas. Por lo demás, la precipitación obligaría a los conspiradores a actuar antes que sus proyectos alcanzaran la necesaria madurez. Había, desde tiempo atrás, dos conspiraciones en marcha independientes entre sí. Una la lideraba el general en actividad Eduardo Lonardi, oficial de artillería que revistaba en Rosario. La otra la encabezaba el general retirado Benjamín Menéndez, un impetuoso militar, veterano de intentos golpistas frustrados. 

Figura 32:

El Gral. retirado Luciano Benjamín Menéndez  fue condenado a quince años de prisión.

Ambos habían buscado el contacto con fuerzas políticas de la oposición. Lonardi había obtenido compromisos de apoyo de parte del radical Miguel Zabala Ortiz y el socialista Américo Ghioldi. Menéndez se había reunido con el mismo Ghioldi, Arturo Frondizi, el demoprogresista Horacio Thedy y el conservador Reynaldo Pastor. Mas reflexivo, Lonardi prefería actuar con prudencia y no ignoraba que el gobierno estaba sobre la pista de sus movimientos. 

Documentos:

Texto de los volantes que fueron
arrojados desde los aviones
por las fuerzas subversivas.

Ver

 

No quería precipitarse hasta no contar con la certeza de fuerzas suficientes. Un contacto con Menéndez -se reunieron en dos oportunidades- no arrojó acuerdo alguno. El último de los nombrados era hombre impaciente por naturalidad y partidario de actuar con rapidez. 

Confiaba en que bastaría con sublevar un pequeño núcleo del Ejército, para que toda la fuerza lo acompañara. Conocedor de que Menéndez se proponía obrar sin dilaciones, y dudoso de sus posibilidades de éxito, Lonardi prefirió apartarse, dejando a los suyos en libertad de plegarse a las filas de aquél. 

Figura 33:

Al tenerse noticias de la sublevación militar, grupos de manifestantes, se movilizaron espontáneamente hacia la Plaza de Mayo.

El movimiento acaudillado por Menéndez estalló el 28 de septiembre y fue desafortunado desde sus comienzos. Centrado en la Escuela de Caballería de Campo de Mayo, ni siquiera logró dominar ese acantonamiento, pues la mayoría de los oficiales permanecieron leales. De 180 tanques, sólo tres salieron de la guarnición rumbo al Colegio Militar, que tampoco se plegó al alzamiento. 


“Compañeros, sabemos bien que estos criminales no actuaban por su cuenta."

  Audio

Discurso de Perón refiriéndose al golpe del Gral Menéndez.
 

Mientras tanto, el comandante en jefe del Ejército, general Ardo Solari, actuó en forma rápida y eficaz. Rindió sin dificultades a las tropas mecanizadas de la Tablada, que participaban de la rebelión, y no dejó a Menéndez otra alternativa que rendirse. 

El cálculo del jefe golpista había sido erróneo: si había inquietud en el ejército, ésta no era suficiente para decidir a la mayoría de la oficialidad, que había elegido permanecer leal a arriesgarse en una aventura de resultados inciertos. 

Figura 34:

Tropas leales movilizadas para la represión de la rebelión rodeadas del pueblo.

Sin embargo, era una advertencia, porque la proclama de Menéndez hablaba del "respaldo de la ciudadanía, representada por figuras prominentes de los partidos comprometidos en una tregua política que asegure la más amplia obra de conciliación". Parecía que la profunda brecha entre las Fuerzas Armadas y las dirigencias políticas tradicionales, elemento decisivo de la revolución de junio del 43, comenzaba a cerrarse. 

Duración: 20 segundos.
 
 
Condecoración a militares leales en la revuelta del golpista Menéndez.
 
 

El levantamiento hizo que el gobierno aumentara la presión sobre la oposición, declarando el estado de guerra interno, que dejaba suspendidas las garantías constitucionales. Dentro de las Fuerzas Armadas, Perón y el general Lucero -ministro de Guerra- practicaron una cuidadosa depuración. 

Unos doscientos oficiales debieron pasar a retiro y alrededor de ciento once fueron detenidos. Pero los jefes detenidos no fueron objeto de penas demasiado severas, aun cuando los tribunales militares podían llegar a aplicar la pena de muerte. Menéndez fue destituido y condenado a quince atlas de prisión. 

Figura 35:

El Gral. Perón visita al día siguiente, el acantonamiento donde estalló la rebelión acompañado de su Ministro de Guerra. 

En esta oportunidad, como también mas adelante, el gobierno peronista no fue excesivamente duro. Sin duda Perón era contrario a sembrar profundos rencores en el seno de las Fuerzas Armadas. Después de 1955, la Revolución Libertadora no se mostraría tan indulgente a la hora de reprimir... 

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