Los comienzos de 1961 estarán signados por una nueva crisis militar de la que, sin embargo, Frondizi saldrá ganancioso.
En el mes de febrero, el veterano dirigente socialista Alfredo Palacios se consagra senador por la Capital Federal, derrotando al candidato de la UCRI. Palacios ha basado su campaña en el apoyo a la revolución cubana, con lo que su victoria hace pensar en un desplazamiento del electorado hacia la izquierda, alarmando a los militares.
Duración 30 segundos |
|
Represión a una manifestación obrera en Plaza de Mayo. |
El 6 de marzo, el canciller Adolfo Mugica anuncia el propósito del gobierno de Frondizi de ofrecer su mediación en el tenso conflicto entre Cuba y Estados Unidos. Esa pretensión de asumir una política exterior con cierto grado de independencia irrita a las Fuerzas Armadas: ¡es otra prueba concluyente del filocomunismo de Frondizi... !
Pero el 16 de marzo se concreta un hecho largamente esperado por los trabajadores peronistas, que colma la escasa paciencia de los núcleos gorilas: el gobierno hace entrega de los bienes e instalaciones de la CGT -intervenida desde 1955- a la Comisión de los 20.
Esta última es un nucleamiento integrado por dirigentes de las 62 Organizaciones e independientes. Se trata del resultado de una larga lucha librada por Perón y el movimiento obrero, que permite consolidar un escalón importante en su institucionalización: de la clandestinidad y el terror de 1955 a la devolución de la Central Obrera, media un largo trecho jalonado por duras batallas cotidianas. Existen contradicciones en el seno de la Comisión de los 20, especialmente en cuanto a los mecanismos de decisión a adoptar.
Sin embargo, independientes y peronistas logran acordar los objetivos que habrán de guiar a la nueva conducción provisional de la CGT: independencia de los partidos políticos, oposición a toda interferencia estatal en el movimiento obrero, defensa de los derechos de los trabajadores y formulación de un programa de reivindicaciones económicas.
No participa de la nueva conducción el nucleamiento de los 32 gremios "democráticos". Toranzo Montero había considerado la devolución de la CGT como una vergonzosa entrega a los "delincuentes de la dictadura". Bajo el influjo de los hechos mencionados, tentó a sus pares y al mismo secretario Fraga, en busca de apoyo para acabar de una vez con Frondizi. Sin embargo, descubrió que había llegado demasiado lejos con su "celosa custodia de la democracia": ni Fraga ni los generales que antes lo seguían, estaban dispuestos a acompañarlo ahora. Ante la evidencia -y después de algunas vacilaciones- optó por presentar su renuncia al cargo de comandante en jefe.
Duración: 20 segundos |
|
Luchas estudiantiles. La Hora de los Hornos. |
Le reemplazó el general Poggi. La desaparición de Toranzo Montero parecía implicar un respiro político para Frondizi, que pudo entonces solicitar la renuncia de Alvaro Alsogaray, designado para "tranquilizar" a los militares. Pero la autoridad presidencial estaba ya insanablemente socavada.
Frondizi no ha dejado ninguna concesión sin hacer, a condición de llevar adelante la política de desarrollo, según ella concibe. No puede negarse "que el éxito ha coronado algunos de sus esfuerzos: el país ha obtenido prestamos del Fondo Monetario y el Eximbank por 329 millones de dólares. Las inversiones externas han fluido con generosidad, la siderurgia ha incrementado fuertemente su producción y la inversión en petroquímica ha significado 140 millones de dólares entre 1959 y 1961.
Las industrias automotriz y cementera también han aumentado su capacidad instalada y la producción petrolera triplicará su volumen entre 1958 y 1962. Todo esto no redundará, sin embargo, en una mejor distribución del ingreso: la participación de los asalariados en el producto bruto interno, que era del 49,7% en 1950 y del 47,7% en 1955, sólo alcanzará al 38% en 1960.
La economía puede crecer, pero no se distribuye en beneficio de los trabajadores. Porque la distribución depende de una decisión política, que solo puede impulsar la misma clase trabajadora. El gobierno de Frondizi carece de ese apoyo y está estrechamente vigilado por los sectores gorilas. En ese sentido esta políticamente condicionado, y a su vez, la política condiciona sus decisiones económicas: por ese motivo, no podrá trascender sus propias limitaciones.
Perón ha reflexionado sobre esto. Sabe que el Frondizismo está condenado al fracaso, y no solamente por las ambigüedades del presidente. Por eso, lo dejará marchar hacia el abismo y procurará, en tanto, cohesionar su movimiento. La ruptura de la experiencia desarrollista permitirá sumar sus mejores hombres al campo popular, en una lenta tarea de acumulación de poder llamada a fructificar tiempo después.
Frondizi procurará, asimismo, impulsar una política exterior coherente con su visión de la Argentina moderna y desarrollada. En realidad, obtendrá ciertos éxitos, porque su gobierno gozara de una favorable consideración en Estados Unidos y Europa.
Pero el presidente pensaba que el alineamiento occidental no era incompatible con cierto grado de independencia: eso explicaba su propósito de mediar en la cuestión cubana, llamado a traerle no pocos dolores de cabeza. Había, asimismo, otra razón: Frondizi confiaba en persuadir a su par norteamericano, John Kennedy, de que la mejor manera de prevenir los estallidos revolucionarios en América Latina era contribuyendo a su desarrollo mediante la asistencia crediticia. La presencia de Cuba en el concierto de las naciones americanas, operaría como un permanente acicate en ese sentido.
Por otra parte, Frondizi podía invocar -con razón- principios tradicionales de la política exterior argentina, como lo eran el respeto a la autodeterminación de los pueblos y la no intervención en asuntos internos de otros países. Sin embargo, ninguno de estos motivos podía hallar la comprensión de las Fuerzas Armadas.
En el mes de abril, el presidente argentino suscribió con el primer mandatario brasileño Jânio Quadros el tratado de Uruguayana, de amistad y consulta, que comprometía a las dos naciones a coordinar esfuerzos en la obtención de asistencia de los países desarrollados. El asunto preocupó a los militares, porque eran notorias las manifestaciones de simpatía por Cuba y neutralidad en la guerra fría de Quadros.
Duración: 15 segundos |
|
Discurso de Frondizi en el Congreso de la Nación. Ricardo Balbín. |
En agosto, se celebró en Punta del Este la Conferencia de Cancilleres de Países Americanos, en la que se echarían las bases de la Alianza para el Progreso. Como miembro de la delegación cubana, asistía Ernesto Guevara, ministro de Industria de ese país. Terminado el cónclave, el "Che" Guevara viajó en secreto a la Argentina para conferenciar con Frondizi.
Permaneció en el país menos de cuatro horas y se procuró mantener su visita en absoluta reserva. Pero no fue posible: esa misma tarde los tres secretarios militares -Fraga, Clement y Rojas Silveyra- entrevistaron a Frondizi para exigirle explicaciones. El gobierno debió dar un comunicado sobre la visita de Guevara, que no alcanzó para calmar la furia de los mandos de las tres fuerzas.
Duración: 1 minuto |
|
Visita de Fidel Castro y entrevista con Frondizi. Conferencia de Punta del Este, Kennedy y el Che. |
El 21 de agosto, el presidente pronunció un discurso sobre la orientación de su política exterior, haciendo profesión de fe democrática y reafirmando su adhesión a los valores occidentales.
De todas formas, el incidente costó la renuncia del canciller Mugica, al que Frondizi reemplazó por Miguel Angel Cárcano, insospechable para los militares.
Al mes siguiente, Frondizi voló a Nueva York para hablar en las Naciones Unidas y entrevistarse con el presidente Kennedy.
Mientras se encontraba en ese país, el secretario de Estado Dean Rusk le entregó un grueso fajo de papeles: se trataba de documentos supuestamente sustraídos a la embajada cubana en la Argentina, que pretendían probar la ingerencia castrista en el gobierno de Buenos Aires. Simultáneamente, copias de los mismos documentos fueron exhibidas en el país por un exiliado cubano. Un peritaje posterior demostraría sin dejar dudas que se trataba de una burda falsificación. En Estados Unidos no se tomó en serio la cuestión, pero en la Argentina dio lugar a un escándalo de proporciones, que contribuyó a erizar la ya sensibilizada epidermis militar.