En el mes de diciembre de 1961 se debían realizar elecciones en las provincias de San Luis, Catamarca y Santa Fe. Se planeaba la duda acerca de si debía admitirse la participación del peronismo con sus propios candidatos. El ministro del Interior, Vítolo, se mostraba favorable a ello y confiaba plenamente en que la UCRI lograría imponerse. Frondizi, que estaba en el exterior -en noviembre había emprendido un viaje a Canadá, Grecia y el Lejano Oriente-, dudaba. Sin embargo, pesó el criterio del ministro.
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Elecciones de marzo de 1962 en un barrio obrero. |
El peronismo concurrió dividido al comicio. Perón no hizo esfuerzo alguno por orientar el voto. Sin duda, deseaba que un resultado auspicioso para el gobierno, le abriera las puertas de una elección importante: la que tendría lugar en marzo de 1962.
La UCRI, efectivamente, se impuso en las tres provincias. Si ese resultado fortalecía políticamente a Frondizi, le abría también las puertas del infierno...
En enero de 1962 tendría lugar una Reunión de Cancilleres Americanos en Punta del Este, para tratar el problema cubano. Ante la inquietud de los secretarios militares, el presidente y el canciller Carcano les dieron seguridades de que la Argentina asumiría una inequívoca actitud anticomunista.
Sin embargo, una vez en la Conferencia, la delegación argentina no obró a satisfacción de las Fuerzas Armadas. Aunque en principio pareció adherir a la postura norteamericana, favorable a la expulsión de Cuba de la OEA, y deploró la orientación marxista del gobierno de Fidel Castro, en la votación final se abstuvo ante la resolución de exclusión. Carcano fundamentó el voto de abstención en un argumento jurídico: la carta de la OEA no contemplaba la exclusión de sus miembros.
Pero esto no convenció a los mandos militares. El presidente debió reunir el 1° de febrero al gabinete de Seguridad Exterior, para escuchar los airados reproches de los tres secretarios militares, que se consideraban engañados y exigían la inmediata ruptura de relaciones con Cuba.
Frondizi se negaba a ceder en este punto, y sostenía que el manejo de las decisiones de política externa era privativo de su investidura, sin desmedro de que las Fuerzas Armadas pudieran opinar al respecto. Se produjeron acuartelamientos de tropas y tempestuosas reuniones, hasta que el presidente debió transigir también en esto: el 6 de febrero se daba a conocer el decreto que disponía la ruptura de relaciones con Cuba.
Antes de suscribir el decreto, sin embargo, Frondizi aprovechó para desahogarse en un discurso pronunciado en la ciudad de Paraná: allí denunció a quienes se le oponían como enemigos de la democracia y partícipes de una conspiración internacional de reaccionarios, opuestos al desarrollo y la autonomía de los pueblos.
La Argentina estaba ya ante una instancia política decisiva: las elecciones de marzo de 1962 podían significar un nuevo aval para Fondizi, marcando un peligroso retroceso para el peronismo, o bien podían demostrar la vigencia de este, echando por tierra los planes integracionistas del gobierno.
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Elecciones de marzo de 1962. Frondizi en su despacho de la casa Rosada. Framini junto a Vandor y otros dirigentes se hacen presentes en la Casa de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en la ciudad de La Plata, con intenciones de asumir el cargo. |
Esta vez el riesgo era mucho mayor, porque estaba en juego la Provincia de Buenos Aires. Pero aparecería como una inconsecuencia prohibir la participación peronista en la elección, existiendo ya el precedente del comicio anterior. Al menos, Frondizi no estaba dispuesto a asumir esa decisión. Y si en algún momento espero que los militares se la ahorraran, forzando la proscripción, ello tampoco sucedió. Por el lado del peronismo, se esperaba la decisión del líder, que hasta entonces aparecía ajeno al tema de las candidaturas. Se hablaba de varias fórmulas posibles, que llevaban el nombre de Andrés Framini en segundo término. En el mes de enero, el dirigente textil fue convocado a Madrid y Perón le ofreció el primer lugar en la fórmula, vale decir la candidatura a la gobernación de Buenos Aires. "Quedé postulado entonces, pero sin fórmula -relata Framini-.
La campaña electoral la iniciábamos con un acto en Avellaneda, y hasta el día anterior no teníamos el segundo nombre. En la mañana de ese día me llamó Mariano Tedesco y me dijo que la fórmula era Framini-Perón... ". Evidentemente, Perón sabe que se proscribirá su propia candidatura. Pero quedará inequívocamente señalado como su propio candidato, desalentando cualquier maniobra divisionista, tanto por el lado del gobierno como de la propia dirigencia del Movimiento, en el cual sólo puede confiar parcialmente.
Para asegurar la estrategia, Américo Barrios viaja a Montevideo como portador de las instrucciones del general. "Había muchos dirigentes, para hacer honor a la verdad -dirá Barrios- que no querían saber nada con el voto positivo (...). Yo tuve el honor de dar la orden de "votar y ganar". Esa orden la recibieron Sebastián Borro, Di Pasquale y Mendoza, integrantes del Consejo Coordinador de entonces. A mí me rodearon por los cuatro costados pero no cedí. Desde Montevideo llamé a Saporiti y dije que la orden era "votar y ganar". La noticia corrió por todo el país y el 18 de marzo triunfaba el peronismo".
Efectivamente, el 18 de marzo el pueblo vota. El peronismo supera estrechamente a la UCRI en todo el país, con 2.530.000 votos contra 2.425.000, mientras que el radicalismo del Pueblo obtiene 1.753.000. El oficialismo ha ganado en la Capital Federal, Entre Ríos, Corrientes, La Pampa, Santa Cruz y Tierra del Fuego. La UCRP en Córdoba, el bloquismo en San Juan y los conservadores en Mendoza. En el resto del país se ha impuesto el justicialismo, en sus distintas variantes neoperonistas u ortodoxas.
Pero lo grave es lo ocurrido en la provincia de Buenos Aires: allí se ha impuesto la fórmula Framini-Anglada, con la que el peronismo concurrió finalmente al comicio. El dirigente textil de la línea dura es el gobernador electo del primer Estado argentino.