Hacia fines de Agosto, Lanusse se entrevistaba con los políticos nucleados en la “Hora del Pueblo”. Después del encuentro, los dirigentes sostuvieron que el cronograma electoral sería revelado por el presidente hacia el 15 de Octubre.
Sin embargo, los principales esfuerzos de Lanusse estaban ahora destinados a conseguir la “buena voluntad” de Perón. Desde Mayo se reunía con Paladino con el fin de avanzar en la difícil negociación.
En Julio arribó a Madrid un nuevo embajador argentino –el Brigadier Jorge Rojas Silveyra- quien era portador de algunas novedades para el ex presidente con el que se entrevistó en Puerta de Hierro, el gobierno estaba dispuesto a pagarle a Perón la correspondiente pensión desde el año 1955 en que fuera derrocado.
Asimismo se le comunicaba que pronto sería colocado su busto en la Casa Rosada, junto al de otros presidentes, y que se levantarían los cargos judiciales correspondientes a los procesos iniciados después del golpe del 55’.
Parece indudable que el irreductible antiperonismo de Lanusse, le llevaba a subestimar a Perón. Lo creía lo suficientemente ambicioso como para dejarse tentar por compensaciones materiales o halagos a su vanidad. Además estaba persuadido de su cobardía y de su interés por regresar al país. El líder justicialista lo dejaba hacer: ya advertiría su equivoco.