UNA NUEVA DIRIGENCIA, UN NUEVO ESTADO

UNA NUEVA DIRIGENCIA,

UN NUEVO ESTADO

Además del gran acuerdo fundacional era necesario gestar un nuevo concepto de filosofía de la acción política que permitiera cambiar el rol de los dirigentes políticos para que abandonen el caudillismo de la imposición ideológica y el elitismo vanguardista transformándose en coordinadores o conductores de la nueva democracia argentina.
Perón quería terminar con la dirigencia política que solo pretendía la lucha por el poder y la imposición de sus ideas al conjunto del pueblo. Hoy el pueblo argentino ha rechazado por segunda vez ese estilo dirigencial de hacer política. La “casta” empieza a aparecer cuando pierde conexión con la comunidad que es lo único que le puede dar poder real para resolver los problemas de la Nación.
El sentido de lograr el acuerdo fundacional de los partidos políticos era terminar con la lucha para llegar al gobierno y desde allí imponer su visión al resto de la comunidad. El acuerdo permitiría transformar esa confrontación en un debate constructivo donde cada Partido podría aportar su visión para lograr el objetivo común. El voto ciudadano sería una elección sobre la mejor opción coyuntural para lograr lo deseado por el conjunto.
Para ello Juan Perón alentó a los partidos políticos a que abandonaran rígidas posturas ideológicas y las tradujeran en principios doctrinarios que pudieran enriquecer el proceso de construcción política nacional. Instrumentó también la conformación de un ámbito de participación partidaria a través de la conformación de un Consejo Político para asesorar la función ejecutiva de gobierno que se sumaba a la tradicional gestión y responsabilidad legislativa.

Un nuevo Estado

El peronismo siempre se opuso a la imposición ideológica desde un Estado opresor en manos de una casta política, y sintetizó su visión con el apotegma que rezaba: “debemos poner la política al servicio de la Nación y no la Nación al servicio de la política”. A diferencia de los anarcocapitalistas que lo solucionan reduciendo el Estado a su mínima expresión para entregar el país a los beneficios de las “fuerzas del mercado”, el peronismo propone la “despartidización” del Estado para entregarlo a la fuerzas de la comunidad. El peronismo plantea la desaparición del Estado como botín de guerra de las fuerzas políticas partidarias acotando drásticamente la lucha electoralista y transformándola en una acción constructiva nacional.
El gran acuerdo nacional sobre un Modelo de país, y el consenso sobre sus principios comunes también permitiría la profesionalización del Estado, cortando las relaciones de sus cuadros de gestión con el electoralismo partidocrático y abriendo un sendero de construcción estratégica a largo plazo, con la consecuente maduración técnica de sus profesionales administrativos.
El peronismo divide al Estado en Gobierno y Estado propiamente dicho. En el gobierno se agrupan detrás de la figura presidencial elegida por el pueblo, los consejos socio-económicos que integran los gremios de trabajadores y empresarios y el consejo político que deberían integrar todas las fuerzas partidarias. Estos son los ámbitos de creación de los planes de desarrollo de la Nación que con la adecuada planificación se compartirán con el pueblo para su seguimiento y control. Luego, un Estado profesionalizado se encargará de la ejecución técnica de los objetivos trazados en las distintas áreas de gobierno.

Comments are closed.