Durante el mes de febrero de1974 Perón mantuvo dos reuniones en Olivos con dirigentes de distintas agrupaciones juveniles integrantes de la juventud peronista.
Fueron intentos de plantear a las dirigencias rebeldes, en forma descarnada, su determinación de no tolerar más disidencias.
La advertencia estaba clara en el mensaje de Perón: o esos sectores se avenían a integrarse orgánicamente en el justicialismo, respetando las reglas de juego, o se llegaría a una ruptura que los condenaría al aislamiento.
El 7 de febrero, en la primera de esas reuniones, dijo Perón entre otras cosas: “En la juventud peronista en estos últimos tiempos, especialmente, se han perfilado algunos deslizamientos cuyo origen desconocemos, que permiten apreciar que se está produciendo en el movimiento una infiltración, que no es precisamente justicialista. (...).”
“En otras palabras: hay mucha gente que ha tornado la camisa peronista para hacer deslizamientos, aun mal disimulados, hacia zonas en las cuales nosotros no estamos de acuerdo; es decir: el movimiento no está de acuerdo”. “La juventud, como todos los demás argentinos, tiene derecho a pensar y a sentir como le parezca”.
“Este es un derecho inalienable del hombre dentro de la democracia, que es lo que defendemos. Lo que no puede ser es que nos estemos tirando la suerte entre gitanos; decimos que somos una cosa y a lo mejor somos otra. "Esto hay que plantearlo descarnadamente. Si no lo planteamos de esa manera, y seguimos así, en tropel y entreverados, las cosas no podrán ser buenas ni ahora ni más adelante.”
“Aquí hay que trabajar hasta alcanzar una unidad de criterio, descartando todo aquello que no convenga a esa finalidad. No se obliga a nadie a estar en el movimiento peronista. A la juventud, en fin, la queremos toda y a todos. Sabemos el mérito que tienen en el trabajo y la lucha que han realizado.
No, eso no lo niega nadie ni lo puede negar. Eso ya está en la historia. Hay héroes y hay mártires, que es lo que se suele necesitar en esta clase de lucha. Pero eso ha sido en la lucha cruenta, que ya ha pasado ¿Por qué nos vamos a estar matando entre nosotros?¿Para seguir diciendo que somos valientes?”
"Los que quieren seguir peleando, bueno, van a estar un poco fuera de la ley porque ya no hay pelea en este país. Hay pacificación que es la base sobre la cual nosotros hemos armado todo nuestro quehacer y hemos fijado nuestros objetivos.”
"En estos momentos la masa no tiene problemas; el problema esta exclusivamente en el horizonte directivo. Por lo tanto, es un problema de los dirigentes. ¿Y estos qué deben hacer? Decir quién es quién (...). Además de esto, deben decir qué es lo que quieren (...). Quiero dejar sentado que nosotros debemos ir pensando en aclarar este punto; si no, es inútil que nos organicemos, porque vamos a juntar gente engañada y aquí lo que queremos es juntar gente que esta plenamente convencida de nuestra doctrina y de nuestra ideología. Esos son los que sirven. Los otros no".
A la semana siguiente – el 14 de febrero- se llevó a cabo una segunda reunión, en la que Perón volvió sobre los mismos temas y señaló el camino que debían seguir los grupos juveniles para organizarse, remitiéndolos al Consejo Superior Peronista:
"Estamos ahora en plena revolución cultural con respecto a la juventud y estamos aventando la mala semilla. Eso ha de ser previo a cualquier organización futura, es decir, sacar lo que no sea de nuestro Movimiento y organizarlo con los que pertenezcan a él. Porque no todos los que se ponen la camiseta peronista son peronistas (...).
Entonces, lo que debemos hacer es organizar los que pensamos de una misma manera, los que tenemos los mismos objetivos, los que queremos servir a una comunidad organizada, los que queremos construir para el país y para el pueblo un futuro mejor.”
“Si nos ponemos todos de acuerdo, verán ustedes cómo en poco tiempo la organización de la rama juvenil será un hecho (...) hay que empezar a organizarse sobre la raíz que da vida y vitalidad permanente a las organizaciones, que es el Consejo Superior del Movimiento Peronista. Quien no esté contactado, por lo menos con él, es inútil que diga que es peronista. De manera que vamos a comenzar ya un trabajo más eficaz, comenzando a establecer los contactos indispensables con el Consejo Superior Peronista, que en muy poco tiempo ha de quedar totalmente constituido.”
"En consecuencia, a ese Consejo hay que concurrir con todas las inquietudes. Todas las organizaciones que sean realmente peronistas deben dirigirse allí, porque es el Consejo quien va a decir cómo organizarse y va a ayudar a realizar esa tarea, porque en esto también se necesita una ayuda material".
Ya se advertía con claridad la intención de Perón de introducir una cuña entre los vastos sectores que nutrían las organizaciones juveniles, y las dirigencias que consideraba irrecuperable, provocando su aislamiento. Esa maniobra se cerraría poco después, en la tarde del 1º de mayo.
Un mes después –el 11 de marzo- la dirigencia de Montoneros aprovecha la celebración del aniversario del triunfo electoral, para responder a las palabras de Perón. En el curso de una concentración llevada a cabo en un estadio de fútbol, Rodolfo Galimberti dijo que "cuando había que luchar contra la dictadura, éramos "la juventud maravillosa"; ahora somos los "infiltrados”. Firmenich, por su parte, procuró aventar la ruptura diciendo que el acto tenía por objeto “recuperar el gobierno para Perón”.
Nuevos actos de violencia perpetrados por las organizaciones guerrilleras sacudieron por esos días a una opinión pública que ya comenzaba a acostumbrarse a ellos.
El 22 de marzo fue ultimado a balazos por milicianos montoneros Rogelio Coria, ex secretario general de la UOCRA. El dirigente participacionista, alejado de su cargo tras la elección de Cámpora, residía en Paraguay y había viajado a Buenos Aires para consultar a su médico. Era uno de los más conspicuos representantes de la llamada "burocracia sindical".
El 28 de abril un activista del ERP, desde una motocicleta, dio muerte de varios disparos al doctor Jorge Quiroga, ex juez de la disuelta Cámara Federal en lo Penal, organismo creado durante el gobierno militar para el juzgamiento de hechos vinculados a la guerrilla.